Diario Publico.es
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“Si le pedimos a la gente la cosa más valiosa que tiene, no el dinero en el banco, sino la más valiosa, su tiempo sobre la tierra. Si les pedimos eso, y te lo dan, la conexión está establecida”.
Parecerá raro pero hablamos de un supermercado. No uno cualquiera, sino una cooperativa. La posibilidad de ser dueño del establecimiento, de escoger de dónde quieres que proceda lo que comes, de trabajártelo, de consumo responsable y “de dar de comer a la gente sin exclusión” -que dice Pepe Roncero, uno de sus fundadores. Así se entiende mejor lo del valor de la “conexión establecida”.
Joe Holtz, el responsable de la frase de arriba, fue uno de los creadores de Park Slope Food Coop, el primer supermercado cooperativo de Estados Unidos -que abrió sus puertas en Brookliyn 1972 y que hoy tiene 17.000 socios-. Cuando se le pregunta por las claves del éxito a la hora de montar una cooperativa dice: “Se necesita entusiasmo, sí. Pero sobre todo conectar con la gente”.
Volvemos a Madrid. Al barrio de Lavapiés. Concretamente a la última planta del Mercado de San Fernando. Setecientos metros cuadrados todavía destartalados donde se montará Supercoop. El primer supermercado cooperativo de este barrioque ya cuenta con 200 socios, un espacio de lujo, y un grupo de gente que se reúne semanalmente para hacer conexiones, cumplir, sueños, vivir mejor.
Cartel del supermercado cooperativo Supercoop.
Fue en el Teatro del Barrio donde empezó todo. Pepe Roncero había visto el documental Food Coop -que habla sobre el supermercado estadounidense- y con la ayuda del grupo del MARES decidieron proyectarlo en el espacio de la calle Zurita. Ahí comenzó el entusiasmo. “Cuando terminas de verlo solo piensas que hay que montar uno ya”, dice uno de los socios. Al final de la proyección dejaron una hoja en blanco para aquellos interesados en llevar a cabo la misma iniciativa en el barrio. Entonces, comenzaron las conexiones. El boca a boca y “ponerle mucho amor”, nos dice el tesorero del proyecto, ha dado forma a Supercoop. “Lo del amor puede parecer una tontería, pero no. En la película se habla del amor y del cuidado por lo que uno come, por las relaciones humanas, por el compromiso, habla de crear tejido social”.
Solo para socios
Cien euros es el único dinero que se pide para ser socio, y el compromiso de trabajar tres horas al mes para el supermercado. Esas tres horas son el tiempo del que se hablaba antes. Tiempo para comenzar a organizar las obras del supermercado, para gestionar la parte financiera, la técnica, los grupos de proveedores de alimentos… Una vez abierto, toca el tiempo para hacer de reponedor, de cajero, encargarse de la limpieza, y todas las actividades que supone mantener el establecimiento.
El dinero de la entrada se puede fraccionar para aquellos que tengan dificultades. “La idea fundamental es que sea un supermercado para todos, tener en cuenta el perfil socioeconómicoico del barrio, el territorio en el que estamos, las necesidades de la gente”, dice Roncero.
Por eso aseguran que aunque la alimentación ecológica estará entre las opciones que ofrecerá Supercoop, no será la principal. La prioridad de la cooperativa es disponer de productos convencionales, ecológicos o artesanales, que respondan a dietas diversas, saludables, y sobre todo accesibles para todos los bolsillos. Todo eso sin olvidarse del cuidado por el empaquetado, el reciclado, el desperdicio y los residuos. “Esto va de un supermercado cooperativo en el que nos relacionaremos y en el que compartiremos las decisiones principales sobre la alimentación que queremos”, dicen desde la cooperativa.El ahorro en la cesta de la compra puede ser de un 40% en relación a la compra media
Si atendemos a los resultados de otras experiencias como la norteamericana o la del supermercado francés, La Louve, el ahorro en la cesta de la compra puede ser de un 40% en relación a la compra media. Se consigue por un lado por ser una compra a gran escala, por la ausencia de lucro empresarial, ya que no se reparten las ganancias del supermercado. Y la última clave es el tiempo de trabajo voluntario de los socios. Pero tiempo también como tejido social: “Tenemos dos socias que son hermanas y nos han pedido que las pongamos a trabajar juntas para poder aprovechar esas horas y verse. El tiempo de trabajo es también un momento de crear relaciones, de conocer a gente del barrio, o como nos piden estas chicas, un rato para estar en familia”, explica Paqui Roncero, otra de las fundadoras.
Un año es el tiempo estimado que se plantean para su apertura. A más socios más rapidez para abrir las puertas. Llegar a los 500 socios es hoy nuestra meta prioritaria para que todo vaya sobre ruedas. Pero somos conscientes de que mucha gente se inscribirá cuando ya esté montado”, dice Pepe. Y le responde Sara, otras de las fundadoras: “Ahora es un momento muy bonito porque es la génesis y el desarrollo de una idea que nos ilusiona mucho, y aunque hay gente que prefiere apuntarse a lo hecho, también los hay que les gusta ver cómo nace algo nuevo”, dice esta productora en un taller de escultura del barrio.
Aunque Lavapiés marca la impronta de Supercoop, entre sus socios encontramos gente de Carabanchel, Vallecas, Malasaña y de “un poco más arriba”, dice un profesor jubilado: “Soy de Anton Martín de toda la vida”. Hay constructores, ecólogos, profesores, arquitectos, y hasta ahora las parejas con hijos son mayoría. Pero insisten: “Aquí hay espacio para todos”. Eso sí, para entrar al establecimiento habrá que ser socio.
El auge de los supermercados cooperativo
La Louve y Park Slope Food Coop, los supermercados cooperativos de París y Brooklyn, han servido de inspiración para nuevas iniciativas en España. Además del Supercoop de Lavapiés, el barrio de Tetuán espera la apertura de La Osa entre finales de este año y comienzos del 2020.
En Barcelona también aumentan las experiencias de supermercados cooperativos como alternativa para una cesta de la compra saludable y económica. En Valencia existe Som Alimentació, Landare en Pamplona, o Bio Alai, en Vitoria. Cada una con su estilo, algunas más cercanas a los grupos de consumo agroecológico de menor escala, y otras como la valenciana o las que se implantarán en Madrid, de mayor escala con productos de todo tipo