Basada en los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la investigación destaca que la carne roja y la procesada (como las salchichas, el bacon o la cecina) contiene elementos cancerígenos y que su consumo aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Por ello, el responsable del estudio, el doctor Marco Springmann, sugiere que una forma de evitar las muertes (y de cubrir los costes sanitarios que provocan las enfermedades asociadas: infartos, diabetes, etcétera) sería aumentar en los países desarrollados un 20% el precio de la carne roja y un 50% el de la carne procesada.
Esto supondría un ahorro para la sanidad de unos 35.000 millones de euros, según el estudio.
Springmann aventura que en 2020 morirán unos 2,4 millones de personas por culpa del consumo de estas carnes y que el coste para la sanidad supondrá unos 251.000 millones de euros.
No obstante, los impuestos (que contribuirían a reducir el consumo de estos alimentos) reportarían a las arcas públicas de los países desarrollados unos 152.000 millones de euros, por lo que cubrirían el 70% de los costes sanitariosque genera su ingesta.
Para cubrir el coste total, sería necesario doblar los impuestos, según la investigación, que puede consultarse en las webs del Departamento de Salud Pública Nuffield y de la Biblioteca Pública de Ciencias.
En todo caso, los porcentajes variarían en función del país en cuestión.