Adiós a María Luisa Álvarez de Toledo

María Luisa Álvarez de Toledo, amiga y compañera, participante activa de la Plataforma de la Salud y la Sanidad Pública de Asturias , ha fallecido de forma repentina e inesperada en la mañana de ayer. Queremos  recordarla y enviarle nuestro pesame a su familia, desde esta página web de la Plataforma,  que existe por los conocimientos informaticos y el trabajo que en su día hizo María Luisa.

Publicado en LNE de ayer:

María Luisa Álvarez de Toledo.

La comunidad universitaria y la de los bibliotecarios perdió ayer a una de las mujeres que más impulsó la modernización de estas redes en Asturias y que fue pionera, en la región, a la hora de poner en marcha nuevos sistemas de bases de datos y soportes de digitalización mucho antes de que su uso fuera habitual. María Luisa Álvarez de Toledo, fallecida ayer en Oviedo a los 69 años de forma inesperada, era la más pequeña de los ocho hijos que tuvieron el abogado del estado José Álvarez de Toledo y de Consuelo Saavedra, originarios de Villafranca del Bierzo pero establecidos en Oviedo desde los años cuarenta.

María Luisa nació en Oviedo y sacó su oposición como bibliotecaria de la Universidad en 1980. Tuvo destinos en las bibliotecas de Geológicas, en el campus de Gijón o en Geografía. Después opositó al cuerpo facultativo de archiveros y pasó a ser jefa de servicio de información bibliográfica de la Universidad. Fue la primera presidenta de la asociación de profesional de archiveros y bibliotecarios Aabadom y trabajó en los grupos nacionales que impulsaron el préstamo interuniversitario. Compañeros como Ramón Rodríguez y Juan José Riaño recordaban ayer a la compañera avanzada, inquieta, bellísima persona y trabajadora. También políticamente comprometida, llegó a encabezar, en 2015, una plataforma que pedía la unión de fuerzas de izquierdas para las elecciones.

Su hermana Flor Álvarez de Toledo la recordaba ayer como una mujer «cariñosa con los siete hermanos, conociendo las debilidades de cada uno; una ácrata con salero. interesada por la historia y con gran sensibilidad artística».

Deja pareja, dos hijos y nietos. La capilla ardiente ha quedado instalada en Los Arenales hasta este sábado a las dos de la tarde.

Listas de espera, la opinión de Rafael Bengoa

El Sistema Nacional de Salud (SNS) público ha sufrido durante la pandemia. Se ha ido debilitando ola tras ola, pero conviene recordar que es gracias a la existencia de este servicio público y los profesionales que lo componen que se ha podido encajar el envite de esa pandemia y que se ha podido vacunar con una eficacia ejemplar.

Ese éxito ha tenido un precio; no se ha podido atender de forma óptima todo lo no covid. Es decir, todas las patologías que requerían atención y prevención durante la pandemia, y esto ha impactado en las listas de espera actuales.

Desde la Fundación de Estudios de Economía Aplicada señalan que la sobrecarga que se generó en los comienzos de la pandemia también repercutió en las listas de espera, donde el tiempo medio aumentó un 22% en 2020 respecto a 2019, y en la actividad asistencial, donde, por ejemplo, la actividad quirúrgica se redujo un 36%.

En el año 2021 un total de 706.740 pacientes estaban en lista de espera para operarse en el Sistema Nacional de Salud (fuente, SNS).

En la mayoría de las comunidades han logrado reducir el tiempo medio de espera quirúrgica y de especialidades del Sistema Nacional de Salud en el último año, y algunas se sitúan ya por debajo de los días de espera que tenían antes de la pandemia.

Esto es esperanzador, porque indica que el SNS tiene capacidad de recuperación y es aparentemente resiliente. Sin embargo, la infrafinanciación crónica y la desmedida demanda demográfica sobre el Sistema Nacional de Salud no permite pensar que esta resiliencia sea perenne.

Por otro lado, existe una gran variabilidad en lista de espera entre las comunidades autónomas, y esa tendencia a la desigualdad nacional no es de recibo en un sistema social basado en el acceso equitativo y en la universalidad.

Hoy en día, ya entrando en el tercer año pandémico, se espera poder recuperar aún más la atención perdida, aunque dependerá del impacto de una octava ola durante estos próximos meses. Es probable que sea una ola covid más controlable y menos severa, pero este invierno esa ola viene acompañada del resurgir de otros virus -especialmente el virus de la gripe y el virus sincitial- y el SNS seguirá bajo tensión. En ese caso será difícil recuperar toda la actividad perdida durante la pandemia y será en las listas de espera donde se reflejará el mayor impacto.

Este es el reto de gestión, clínico y político, más complejo de los últimos años para el SNS. El momento pospandémico será clave para salvar el SNS o evitar que se siga deteriorando.

Para recuperar el pulso del SNS y garantizar listas de espera prepandémicas, se necesitarán unas políticas consistentes a medio y largo plazo, pero mientras tanto es necesario actuar también en el corto plazo. De lo contrario se continuará deslegitimando el SNS público y eso tendrá consecuencias graves. La más importante, que la clase media buscará un doble aseguramiento, una tendencia ya acelerada durante la pandemia en toda España.

Este fenómeno de privatización larvada no se soluciona atacando el aseguramiento o provisión privada, sino reforzando la financiación y las políticas transformadoras del SNS.

El SNS debe recibir más fondos, pero a la vez debe ofrecer mayor calidad y ser más productivo y para ello debe ser transformado.

¿En qué consiste esa transformación? El modelo actual es pasivo, en el sentido de que espera a que la gente se ponga enferma y no dispone de un buen sistema de seguimiento y monitorización de los pacientes que ya han sido recuperados y dados de alta. En un modelo así y con la demografía y cronicidad de nuestras sociedades, es prácticamente seguro que las listas de espera aumenten. Por otro lado, los profesionales de la salud no pueden expresar toda la medicina y prevención que conocen en el actual modelo asistencial.

Como en muchísimas otras empresas de otros sectores de la economía que se están transformando, no se trata de trabajar más sino de trabajar de una forma diferente, en un modelo asistencial más proactivo y preventivo y con mucha más monitorización digital a distancia.

Entre otras intervenciones de gestión, se trata de ofrecer trayectorias de cuidados más eficientes e integradas para los pacientes. La trayectoria de cuidados que ofrecemos hoy es una trayectoria fragmentada porque el ‘sistema’ de cuidados no es un sistema, sino que es una colección de estructuras asistenciales separadas.

La evidencia indica que el trabajo con trayectorias de cuidados permite que los hospitales puedan dar de alta antes a los pacientes ya atendidos de sus problemas clínicos y, así, liberar camas para otros que estén en las listas de espera. Se pueden lograr esas altas más tempranas cuando se hace un mejor uso de los servicios sociales y de la atención primaria, evitando de esta forma una mayor demanda sobre las urgencias.

Diferentes proyectos nacionales e internacionales confirman que recortes en los servicios sociales conllevan un aumento de visitas a urgencias de personas mayores de 65 años. Un tercio de estas personas luego ocupan una cama. La idea central es que se puede controlar mejor a estas personas en la comunidad, en sus domicilios, con sistemas telemáticos más proactivos, para detectar cuándo se están deteriorando y actuar a domicilio o residencias en consecuencia. Dicho de otra forma, no se puede solucionar el problema de las listas de espera sin una buena interacción con la atención primaria y sin planificar y coordinarse con los servicios sociales.

En el ámbito más macro de la política sanitaria y, a pesar de las dificultades económicas previstas en 2023, sería un contrasentido racionar el estado de bienestar en estos momentos. Los análisis confirman, asimismo, que los programas de austeridad únicamente razonados para reducir el gasto público, en salud y servicios sociales provocan efectos adversos en los pacientes e impiden buscar soluciones de gestión más eficientes y productivas como las descritas anteriormente

La lucha por la dignidad y los derechos humanos

Emoción en Balmori al lograr aplazar el desahucio de una familia

FUENTE: EL COMERCIO. Ni en su peor pesadilla habrían podido imaginar los Borbolla Cue, una familia del pueblo llanisco de Balmori, el llegar al extremo en el que ayer se vieron: a punto de ser desahuciados de la casa en la que han vivido toda su vida. La quiebra de la empresa de construcción que les sustentaba y el cáncer que padece el padre, Francisco Borbolla, son motivo y parte del drama que atraviesan desde 2015. Ese año, la empresa de Francisco, especializada en la instalación de baldosas, realizó su último trabajo. Fue en Las Malvinas, en la capital llanisca, y actuando como subcontrata. «Me dejaron a deber 200.000 euros», relató Francisco, de 64 años. A esa cuantía se sumó «otro tanto» que desembolsó para «pagar al personal». Desde entonces la situación económica de la familia se fue agravando, hasta el punto de que se vieron en la encrucijada de «pagar» la hipoteca o «comer». El calvario por la pérdida de la casa, situada en el barrio de El Corral, comenzó a principios de 2020 y en 2021 terminó saliendo a subasta, hasta que finalmente fue adquirida por una sociedad inmobiliaria con sede en Oviedo.

A primera hora de la tarde del jueves, a los Borbolla Cue les llegaba el temido anuncio: a las 11.30 horas del viernes serían desahuciados. Con más de setenta personas congregadas a esa hora frente a la casa para arroparles -desde vecinos a colectivos y políticos-, una llamada de su abogado minutos antes de las doce del mediodía trasladaba a María Inmaculada Cue, de 59 años, un respiro temporal, pues el desahucio se suspende durante un mes. «Es un alivio muy grande», compartió emocionado Francisco Borbolla, quien debido al cáncer se desplaza en silla de ruedas y utiliza una bombona de oxígeno. «Nunca en mi vida pensé que me iba a pasar esto», confesó el padre, para quien salir de su casa sería «firmar la pena de muerte».

«En esta situación nos podemos ver cualquiera», recordó Adriana Borbolla, una de las hijas dos hijas del matrimonio. Subrayó además que nunca se han negado a pagar, pero «en la medida de nuestras posibilidades y no en las cantidades desorbitadas que nos pedían». Por parte de la empresa que ha adquirido la casa, la voluntad trasladada ayer es la de negociar para causar el «menor daño» a la familia. Pendiente está de resolver además el recurso presentado por el abogado de los Borbolla Cue, que consideran que «cumplen los supuestos de vulnerabilidad y hay una serie de requisitos económicos» que también reúnen.

Actualmente, el Ayuntamiento carece de viviendas de emergencia para realojar a la familia. La consejera de Derechos Sociales y Bienestar, Melania Álvarez, indicó ayer que sí hay a nivel autonómico «capacidad de respuesta». Mientras tanto, para la familia empieza a correr el plazo de un mes.