Las dimensiones sanitarias de la violencia en Palestina

www.thelancet.com. Vol. 403 6 de enero de 2024.

Antes de la escalada de violencia del pasado mes de octubre, el efecto del asedio israelí a Gaza ya había sido calificado de “genocidio a cámara lenta”. Desde el 7 de octubre de 2023, Gaza y Cisjordania han sido sometidas a una violencia cada vez más intensa por parte de Israel, del ejército y los colonos, después de los ataques de Hamás en Israel. Como resultado, juristas internacionales, organizaciones de derechos humanos y expertos de las Naciones Unidas han destacado el riesgo de que Israel cometa genocidio, han pedido investigaciones y han pedido a la comunidad internacional que prevenga el genocidio contra el pueblo palestino. Sobre esta base, destacamos las dimensiones sanitarias de la violencia resultante del asedio y los ataques en curso contra los palestinos. Situamos esta violencia en relación con la definición de genocidio tal como se describe en el artículo 2 de la Convención sobre el Genocidio, enfocándonos en elementos físicos que incluyen matar, causar daños físicos o mentales graves, crear condiciones que pongan en peligro la vida, impedir nacimientos y transferir niños por la fuerza3. En poco más de nueve semanas, más de 18.205 palestinos han sido asesinados en Gaza, junto con 265 personas asesinadas en Cisjordania4. Los espacios considerados protegidos como hospitales y escuelas no se salvaron5. Más de 49.500 personas han resultado heridas, muchas de las cuales corren grave riesgo de sufrir una discapacidad a largo plazo o morir5

Ya se sabe que la exposición repetida al conflicto y la violencia, incluida la experiencia de demoliciones de casas, combinada con el asedio israelí de Gaza desde 2007, se asocia con altos niveles de angustia psicológica entre los palestinos6. 1,9 millones de desplazados internos) y la destrucción o daño del 60% de los hogares de Gaza tienen el potencial de exacerbar los problemas de salud mental.4 También se ha atacado la infraestructura de sustento de la vida, incluidas panaderías y sistemas de agua, poniendo a toda la población de Gaza en riesgo de sufrir inseguridad alimentaria, deshidratación y enfermedades transmitidas por el agua 7 8 . Las instalaciones de salud de Gaza han sido atacadas continuamente, y cada ataque constituye potencialmente un crimen de guerra y representa una amenaza duradera a la viabilidad del sistema de salud9. Los daños infligidos a los hospitales, junto con la escasez de personal y suministros, obstaculizan la atención sanitaria para todos, incluidas aproximadamente 50.000 mujeres embarazadas 7. Los efectos sobre la salud de todos los palestinos, niños, mujeres, hombres, ancianos, personas con discapacidad y marginados son inmensos. . La continua violencia israelí combinada con la falta de acceso humanitario inmediato e independiente exacerbará la morbilidad y la mortalidad debido al empeoramiento de problemas de salud como la desnutrición aguda, la propagación de enfermedades infecciosas, las dificultades durante el embarazo y el parto, la progresión de enfermedades no transmisibles y la salud mental. problemas 10. Como profesionales humanitarios y de salud pública, afirmamos con absoluta convicción que el grave riesgo de genocidio contra el pueblo palestino merece una acción inmediata, aunque tardía. De conformidad con el artículo 8 de la Convención sobre el Genocidio, instamos a todas las partes de la Convención a imponer un alto el fuego inmediato y sostenido y a tomar medidas para reducir la amenaza de una mayor violencia israelí. Esta acción es esencial para prevenir actos de genocidio. También hacemos un llamado a todas las partes para que garanticen que todos los palestinos puedan ejercer plenamente su derecho a la vida, la libertad y la seguridad personal, protegido por el derecho internacional y establecido en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Alix Faddoul, Geordan Shannon, Khudejha Asghar, Yamina Boukari, James Smith, Amy Neilson Las dimensiones sanitarias de la violencia en Palestina: un llamado a prevenir el genocidio.

Instituto de Salud Global, Heidelberg 69120, Alemania (AF); University College London, Londres, Reino Unido (GS, YB, JS); Escuela de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Edimburgo, Edimburgo, Reino Unido (KA); Universidad de Sydney, Sydney, Australia (AN)

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Buena salud libre de»medicalización»

Por estas fechas es habitual desearnos salud al menos en dos ocasiones: el día del sorteo de la lotería y en Año Nuevo. Así que cumpliendo con la tradición mis mejores deseos para la salud de todos ustedes lectores de esta columna.

La salud es probablemente el bien más preciado de cualquier persona. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades”. Una definición tan ambiciosa que es utópica, más una aspiración que una realidad al alcance de la mano.

Frecuentemente se confunde el derecho a la salud con el derecho a la asistencia sanitaria y, por ello, se suele poner el foco más en el sistema sanitario que utilizamos para recuperar la salud cuando se pierde, que en la forma de mantener la salud previniendo la enfermedad. Dejar la salud en manos del sistema sanitario ha conducido a la “medicalización” de la vida, que no es otra cosa que convertir en procesos patológicos situaciones que son y han sido siempre completamente normales.

Frente a esta medicalización de la vida es necesario entender que, en gran medida, los principales responsables de nuestra salud somos nosotros mismos y que nuestros hábitos de vida son, posiblemente, el mayor condicionante de la misma. Por ello es fundamental cuidarnos a nosotros mismos desarrollando hábitos de vida saludables.

Las personas podemos tener un mejor control de nuestra salud mediante el “autocuidado” que es un proceso personal y voluntario, una decisión de asumir una responsabilidad individual y un compromiso cotidiano de cuidar nuestra propia salud. El autocuidado es un concepto amplio que engloba aspectos culturales, socioeconómicos, ambientales, de higiene, nutrición o modo de vida; adoptar algunos de ellos está más fácilmente a nuestro alcance mientras que otros son más difíciles de llevar a cabo. Podemos enumerar algunos de los más asequibles por todos y cada uno de nosotros.

1.- Realizar una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras, proteínas y grasas saludables, evitando o limitando el consumo de alimentos procesados, azúcares y grasas saturadas; también beber agua suficiente para mantener una hidratación adecuada.

2.- Evitar el consumo de productos tóxicos como el alcohol, cigarrillos y drogas.  Fumar y beber aceleran el envejecimiento y aumentan el riesgo de enfermedades.

3.- Realizar actividad física al menos 30 minutos al día (caminar a paso ligero o subir escaleras puede ser suficiente, desplazarnos a pie o en bicicleta es otra opción). La combinación de ejercicio cardiovascular, fuerza y flexibilidad ayuda a mantener la salud física y mental. En muchos parques existen circuitos saludables que disponen de máquinas deportivas que ayudan a mantener la forma física.

4.- Mantener un peso corporal adecuado es importante para reducir el riesgo de enfermedades crónicas relacionadas con el envejecimiento.

5.- El descanso y los hábitos de sueño regulares permiten que el cuerpo se recupere. El sueño regular es básico para la función cognitiva y el bienestar general.

6.- Mantener medidas de higiene personal para evitar las infecciones. Las vacunas contra la gripe o la neumonía previenen infecciones molestas y que pueden ser mortales en personas de riesgo.

7.- La exposición al sol es beneficiosa, pero debe ser moderada. El uso de cremas de protección solar protege la piel del daño causado por la exposición excesiva al sol.

8.- La prevención de accidentes domésticos que son frecuentes en el propio domicilio y adaptar este para tratar de evitarlos, especialmente en las escaleras, la cocina o el cuarto de baño, aunque no solo. En la cocina poner especial cuidado al manipular el gas.

El autocuidado de la salud no debe reducirse a aspectos físicos, pues implica una visión más completa del bienestar personal. Otros aspectos como mantener la mente activa ejercitando el cerebro a través de actividades que sean retos cognitivos desafiantes como rompecabezas sudokus y crucigramas, mantener la lectura y el aprendizaje continuo y mantener las relaciones sociales con familiares, vecinos y amigos son esenciales para el bienestar emocional y mental.

Las emociones son un aspecto esencial en la vida del cualquier ser humano, ya que influyen en casi todo lo que hacemos: determinan cómo nos sentimos, comportamos y pensamos. Si descuidamos las emociones somos más susceptibles al malestar físico y psicológico. Por ello es necesario saber cómo gestionarlas.

En resumen, el autocuidado son todas aquellas prácticas cotidianas y decisiones que puede desarrollar una persona para cuidar su salud y tener mejor calidad de vida. No siempre es fácil, incluso no siempre es posible si algunos de estos aspectos no dependen directamente de cada persona, pero cuando sí podemos hacerlo son decisiones que nos ayudarán a mejorar y mantener nuestra salud y calidad de vida.

Por el contrario, pretender resolver mediante la medicina situaciones que no son médicas sino personales o sociales, solo conduce a la medicalización progresiva de la vida mediante el consumo indiscriminado de fármacos, productos y servicios sanitarios que no siempre tienen una relación riesgo/beneficio favorable, que pueden producir efectos adversos e indeseables y cuyo consumo en muchas ocasiones es estimulado por la publicidad comercial directa de la industria y también desde sectores del propio sistema sanitario. La medicalización de nuestras vidas busca más el beneficio comercial que nuestra salud, el autocuidado no. Tenemos que convertirnos en nuestro propio agente de salud.