La «prosperidad» como causa de muerte

En 1977, en el International Journal of Health Services, dirigida por Vicente Navarro, se publicó un artículo titulado » Prosperity as a cause of death » ( «Prosperidad como causa de muerte»), de Joe Eyer, un biólogo especializado en temas sanitarios. Eyer mostraba que en EE.UU. de 1870 a 1975, las tasas de mortalidad (de cualquier causa) más bajas coincidían con los máximos de la curva de desempleo, mientras que los mínimos de desempleo coincidían con máximos de mortalidad. Es decir, en EE.UU. la mortalidad general por todas las causas aumentaba en las epocas de expansión económica, cuando el desempleo decrece, y disminuía en las épocas de recesión, cuando el desempleo aumenta. La excepción es el caso del suicidio que si coincidía con máximos de la tasa de desempleo (épocas de recesión); pero el suicidio representa una pequeña fracción (casi nunca excede del 5%) de todas las defunciones. En cambio, la mortalidad aumenta . De ahí: «La prosperidad como causa de muerte».

La observación de Eyer no era nueva, medio siglo antes dos sociólogos Thomas y Ogburn, encontraron lo mismo en Gran Bretaña. Pero la observación les pareció extraña y sin explicación lógica, por lo que fue olvidada. Eyer en el final del XIX y principios del XX explicaba el aumento de la mortalidad en años de prosperidad económica al hacinamiento, las horrendas condiciones de vida y trabajo (jornadas de 12 y 14 horas) y el alcoholismo. De hecho, Thomas y Ogburn habían notado que, extrañamente, la mortalidad por tuberculosis aumentaba en esas épocas «de prosperidad».

Las ideas de Eyer, como las de Ogburn y Thomas, eran demasiado radicales para los medios académicos, y fueron olvidadas. Pero como decía Lenin, los hechos son testarudos y casi tres decenios después de Eyer, otros autores comenzaron a encontrar el fenómeno una y otra vez en distintas épocas del siglo XX en Europa y otros países.

En la economía capitalista aumenta la mortalidad en las épocas de prosperidad y disminuye en las de recesión. Sin embargo, los políticos y economistas presentan el crecimiento económico como panacea y solución de los problemas sociales. Un paradigma impugnado por la realidad: Cuando los negocios van «viento en popa», aumenta la mortalidad.

En la recesión iniciada a finales del 2007, bautizada como la «Gran Recesión», los datos de la OMS muestran que la tasa de mortalidad ha disminuido más rápidamente que antes de la crisis. En el trienio precrisis 2004-2007 disminuyó un 5,5% (de 565 a 534 por 100.000) mientras que en el trienio 2007-2010 posterior al comienzo de la crisis disminuyó un 8,8% (de 534 a 487 por 100.000). En el periodo 2007-2010 disminuyó la mortalidad infantil, por enfermedades cardiovasculares en general y por cardiopatía isquémica, así como llos siniestros automovilísticos. Los homicidios prácticamente no variaron, pero aumentaron ligeramente los suicidios y casi se duplicó la mortalidad materna, quizás por el aumento de madres añosas, con mayor riesgo de complicaciones obstétricas. Con la crisis no hay, por tanto, un empeoramiento general de la salud de la población española.

No se debe confundir salud con atención sanitaria, la salud tiene mucho más que ver con las condiciones de vida y trabajo, con el lugar donde residimos y con lo que consumimos o dejamos de consumir y con cómo nos relacionamos con los demás que nos rodean y mucho menos con lo que hacen o dejan de hacernos los profesionales de la salud. La salud de la población y la atención sanitaria no van necesariamente en la misma dirección y de hecho una puede deteriorarse a la vez que la otra se mantiene o mejora.

La recesión económica siempre con políticas como el New Deal en EE.UU. o el plan Marshall en Europa, y no por las políticas aplicadas en España, de austeridad y recortes de la protección social, como la sanidad. Es decir, según las teorías de los seguidores neokeynesianos de que las crisis se resuelven aumentando el gasto público, aunque quizás con pequeños ajustes (fine turning) para hacer que la economía se recupere.

Dos siglos de historia de crisis económicas muestran que la economía capitalista, «de mercado» o «de libre empresa», pasa una y otra vez por episodios de crisis en los que el mercado «se atasca», los productos no se venden y millones se quedan sin trabajo y sin ingresos. Lord Keynes, partidario de la burguesía culta e ilustrada frente a los trabajadores rudos e ignorantes, consideró que aumentar el gasto público podía evitar los espasmos recurrentes del capitalismo. Pero el remedio no funciona, las crisis se resuelven con mayor explotación de los asalariados -vía recortes de salarios y vía inflación- y destrucción de capital -vía quiebras de empresas, impago de deudas, o guerras (que son la máxima expresión)-. El resultado es que finalmente se recupera la rentabilidad del capital y se reactiva la economía.

Las políticas keynesianas no resuelven las crisis, no es el aumento del gasto público, la regulación de la banca o un gobierno «progresista» … El problema es el capitalismo y no «el gobierno», aunque a menudo se critica como utópicos a quienes atacan al capitalismo como sistema económico irracional y defienden la necesidad de otro sistema.

El capitalismo es un sistema económico y social que en sus escasos siglos de vida ha transformado el mundo hasta casi hacerlo irreconocible. Los avances que ha generado son innegables. Hace dos siglos una gran parte de los niños que nacían no llegaban a cumplir el primer año y la mayor parte de la humanidad estaba compuesta por personas que no sabían leer ni escribir. Como sistema social y económico «revolucionario» el capitalismo continuamente transforma lo que se produce y el cómo se produce, en las crisis destruye gran parte de los avances sociales y salariales obtenidos en las épocas de prosperidad, en todas las circunstancias hace aumentar las desigualdades sociales y en las épocas de «prosperidad económica» (que significa buenas ganancias para el capital), pone serios obstáculos a la mejora de la salud de la población y hace que se avance a marchas forzadas en el proceso de destrucción de todo aquello que hace posible la vida en nuestro planeta. Va siendo hora de enviar este sistema al basurero de la historia.

Tapia Granados JA. Salud, economía y libertad: Cuarenta años de crecimiento económico, transición política y condiciones de salud en España. Medicina Clínica (Barcelona). 2007;128(12):463-467.

Franco M et al: Population-wide weight loss and regain in relation to diabetes burden and cardiovascular mortality in Cuba 1980-2010: repeated cross sectional surveys and ecological comparison of secular trends. BMJ 2013; 346:f1515

Tapia Granados JA, Ionides EL. The reversal of the relation between economic growth and health progress: Sweden in the 19th and 20th centuries. Journal of Health Economics. 2008;27(3):544-563.

Tapia Granados, J A. La crisis y la salud en España y en Europa: ¿Está aumentando la mortalidad?Salud colect. vol.10 no.1 Lanús abr. 2014