La visión de «The Lancet» ante las próximas elecciones europeas

FUENTE: Editorial, Elecciones UE: un momento para la salud paneuropea . The Lancet 2024, 23 de marzo; Vol. 403: 1109.

Nota de la Plataforma: La visión expresada en esta editorial de The Lancet, no coincide en algunas cuestiones con la opinión de nuestra Plataforma, pero en su conjunto consideramos que tiene aspectos positivos y que se debe de dar a conocer y divulgar.

Los últimos cinco años se han caracterizado en Europa por crisis de diversa naturaleza. El euroescepticismo de largo recorrido culminó con la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) en 2020. Europa no estaba preparada para la pandemia de COVID-19, lo que condujo incluso a que los mejores sistemas de salud estuvieran sobrepasados, con la muerte de más de 1,1 millones de personas en la UE. En 2022, la paz en Europa terminó abruptamente con la invasión rusa de Ucrania. Hasta ahora, la guerra ha matado a más de 10.000 civiles ucranianos, destruido ciudades y provocado migraciones masivas, además de hundir a toda Europa en una crisis energética. En conjunto, estos acontecimientos amenazaron la sostenibilidad del proyecto europeo y la salud de los europeos. Las elecciones al Parlamento Europeo, las segundas elecciones más importantes del mundo, tendrán lugar del 6 al 9 de junio. Es poco probable que se produzca un cambio importante en el liderazgo, pero se espera que dos partidos de extrema derecha ocupen el tercer y quinto lugar, lo que les permitirá influir en las políticas de la UE. ¿Qué está exactamente en juego para la salud en estas elecciones?

Las enfermedades no transmisibles siguen siendo el principal problema de salud: las enfermedades circulatorias, incluidas las cardiovasculares y los accidentes cerebrovasculares, mataron a 1,6 millones de personas en la UE en 2019, mientras que el cáncer mató a 1,2 millones de personas. Pero la UE siempre ha tenido una capacidad limitada para abordar esas condiciones. Las decisiones de política sanitaria nacional se dejan en manos de los Estados miembros individuales. Como resultado, la salud ha sido históricamente una baja prioridad en la agenda política de la UE. Sin embargo, la COVID-19 ha revitalizado el interés de la UE por la salud. La pandemia ha demostrado que unos sistemas sanitarios eficientes y resilientes son esenciales para la salud y el bienestar de los países europeos, así como para la seguridad sanitaria. El resultado han sido nuevas regulaciones importantes e inversiones sin precedentes en salud. Se han asignado 5.300 millones de euros al programa EU4Health, un programa destinado a financiar proyectos que mejoren la salud y fortalezcan los sistemas sanitarios. La preparación para una pandemia se ha visto reforzada mediante el establecimiento de una nueva agencia de la UE, la Autoridad de Preparación y Respuesta a Emergencias Sanitarias, dedicada a identificar amenazas y posibles crisis sanitarias. Se ha otorgado mayor autoridad al Centro Europeo para el Control de Enfermedades y a la Agencia Europea de Medicamentos.

El enfoque de la UE hacia la migración ha sido inconsistente. Europa está siendo testigo de la mayor migración forzada desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Hay 6 millones de refugiados ucranianos repartidos por toda Europa. En virtud de la Directiva de protección temporal se conceden alojamiento temporal, atención médica, asistencia social y una concesión más sencilla de derechos de residencia. Para abordar su salud mental, la UE ha movilizado 9 millones de euros para financiar programas de salud mental que incluyen primeros auxilios psicológicos, apoyo en casos de trauma y asesoramiento en su idioma. Sin embargo, otros inmigrantes a la UE se enfrentan a una crisis humanitaria.  Un informe de Médicos Sin Fronteras  revela relatos desgarradores de violencia, negación de seguridad y atención, abandono y muerte de migrantes y refugiados que intentan ingresar a la UE desde África, Medio Oriente o Asia.   Se está negociando una reforma del sistema de migración y asilo de la UE . Sin embargo,  los críticos advierten que el pacto propuesto por la UE sobre migración y asilo dará lugar a más detenciones y abusos contra los derechos humanos en las fronteras de Europa. El hecho de que no se aplique un enfoque centrado en las personas a todos aquellos que emigran a la UE es inexplicable y perjudica el bienestar de un gran número de personas.

El cambio climático ocupa un lugar destacado en la agenda política de la UE y afecta a la salud de miles de millones de personas. Europa es el continente que se calienta más rápidamente y el tercer mayor emisor de CO 2 . Como destaca el  informe Lancet  Climate Countdown Europe 2022 , retrasar la descarbonización genera costes sanitarios sustanciales y crecientes, incluida la morbilidad y la mortalidad relacionadas con el calor, las enfermedades infecciosas y las muertes debidas a la contaminación del aire. El Pacto Verde Europeo, aprobado en 2020, se compromete a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% de aquí a 2030 y alcanzar el cero neto en 2050. Se trata de una gran oportunidad para la salud. Si los combustibles fósiles fueran reemplazados por energía limpia y renovable, se podrían evitar 430.000 muertes prematuras cada año en Europa. Esto también podría promover beneficios para la salud relacionados con los viajes activos, las dietas sostenibles y los espacios verdes. Pero según el informe Countdown, los esfuerzos de descarbonización no van por buen camino para alcanzar estos objetivos. Esto tiene que cambiar.

La prosperidad, la estabilidad y la seguridad de Europa están vinculadas a la salud de sus ciudadanos, y los países individuales no pueden abordar por sí solos las circunstancias paneuropeas que están impactando estas cuestiones. La salud de los europeos está entrelazada y, como resultado, las instituciones de la UE y su enfoque de la salud son más importantes que nunca  . Del 6 al 9 de junio, 400 millones de europeos darán su opinión.

El abordaje integral de la Endometriosis en Asturias

Carta de la Asociación para la defensa de la Sanidad Pública de Asturias (ADSPA) dirigida a La Consejera de Salud, en apoyo de las reivindicaciones de las mujeres que padecen esta enfermedad

La endometriosis afecta a una de cada 10 mujeres en edad fértil y hasta un 50% en mujeres con historia de esterilidad. Y es una enfermedad en las que más se retrasa el diagnóstico, generalmente de 2 a 9 años, pero puede superar los 10 años.

La endometriosis supone una importante pérdida de calidad de vida, tanto por la propia enfermedad, como por los tratamientos con secuelas de la cirugía y efectos secundarios de los medicamentos (riesgo de tromboembolismo, osteoporosis, cálculos biliares, afectación hepática…). Puede llegar a ser una enfermedad mutilante de daños irreversibles.

También produce en las mujeres afectadas una importante frustración ante el retraso del diagnóstico, la incertidumbre frente a su evolución, la inexistencia de tratamientos específicos y eficaces, la infertilidad, pudiendo afectar todo ello a la autoestima. Todo esto, supone una carga económica y social significativa para las pacientes, sus familias y la sociedad en su conjunto.

Desde el Ministerio de Sanidad se aprobó en 2013 la Guía de Atención a las Mujeres con Endometriosis en el Sistema Nacional de Salud, sin embargo en nuestra comunidad autónoma nunca se puso en marcha.

En la ultima década, la Asociación Esendo-Asturias ha desarrollado diversas acciones para visibilizar este problema de salud -abandonado y mal-tratado por el sistema sanitario- mediante charlas informativas y educativas, mociones a los ayuntamientos, artículos en la prensa y publicaciones específicas dirigidas a mujeres, campañas diversas destinadas a la población en colaboración con otras asociaciones feministas.

También han mantenido contactos diversos con las instituciones competentes, como la Dirección General de Salud Pública de la Consejería de Sanidad o el Instituto Asturiano de la Mujer, todas ellos con escasos resultados.

La Asociación Esendo-Asturias presentó, en su día, alegaciones al Plan de Salud de Asturias 2019-2030 aprobado en mayo de 2019, quedando recogidas sus propuestas de la siguiente forma “Desarrollar en nuestra comunidad autónoma una línea para la revisión y aplicación de la Guía de Atención a las Mujeres con Endometriosis actualmente disponible enel Sistema Nacional de Salud” (pág 43).

Sin embargo, aunque se puso en marcha un grupo de trabajo que, parece ser, elaboró un borrador no hay noticias de qué ocurrió con dicho documento -falta de transparencia- ni cuales son las intenciones de la Consejería de Sanidad al respecto, cuando van a cumplirse cinco años de la aprobación del Plan de Salud de Asturias y más de 10 años desde la aprobación de la estrategia del Ministerio de Sanidad.

Saludamos la iniciativa del Hospital de Cabueñes de abrir una consulta específica de endometriosis (El Comercio, 14 marzo 2024) y nos preguntamos cuáles son los planes y los tiempos de la Consejería de Sanidad para tener una Guía/Programa para el abordaje integral de la endometriosis en Asturias que de respuesta a las necesidades de todas las mujeres con este problema de salud.

Asturias 22 de Marzo de 2024

Asociación para la defensa de la Sanidad Pública

Plataforma por la Salud y la Sanidad Pública de Asturias

Entrevista a Joan-ramon Laporta

El Confidencial 17-03-2024

ENTREVISTA A JOAN-RAMON LAPORTE

El catedrático de farmacología ‘cabreado’ que no se muerde la lengua: «Vivimos en una sociedad intoxicada»

Este pionero en la notificación de efectos adversos de medicamentos explica en primicia a El Confidencial la trastienda del altísimo consumo de fármacos en España, que relata en su libro ‘Crónica de una sociedad intoxicada’

Foto: Joan-Ramon Laporte es uno de los mayores conocedores de las consecuencias del consumo excesivo de fármacos. (Umami Brands)
Joan-Ramon Laporte

Hay voces incómodas que dicen lo que la mayoría calla. Son declaraciones aplaudidas por unos y denostadas por otros. Se necesita tener mucha información o ser muy atrevido para decir, así, a bocajarro, frases como: «La mitad de los fármacos son recetados de manera innecesaria«; «Sufrimos una epidemia silenciosa de efectos adversos a los medicamentos que en España son causa de más de medio millón de ingresos hospitalarios y, como mínimo, 16.000 muertes al año«; «Los Estados miran hacia otro lado cuando se exageran o se inventan enfermedades para que millones de personas sanas sean convertidas en pacientes que toman medicamentos que no necesitan». 

El doctor Joan-Ramon Laporte (Barcelona, 1948) tiene de las dos cosas: el conocimiento acumulado a lo largo de cuatro décadas de profesión (catedrático de Farmacología Clínica de la Universidad Autónoma de Barcelona, jefe en el Hospital Vall d’Hebron, pionero de la notificación de efectos adversos de los medicamentos en Cataluña -1982-, colaborador de la OMS para cuestiones de farmacovigilancia) y el atrevimiento suficiente «para denunciar las cosas que sé».

En febrero de 2022, su intervención en la comisión parlamentaria sobre la gestión de las vacunas del covid, en la que cuestionaba su eficacia a largo plazo y para evitar contagios, provocó airadas reacciones por parte de algunos médicos, y antes de esas fueron otras, con el denominador común de mostrar los intereses de la industria farmacéutica y la complacencia de los estados. Advierte de que «en los últimos 20 años, en los países ricos, el consumo de medicamentos se ha duplicado. La polimedicación es la norma. De cada dos personas mayores de 70 años, una toma cinco o más medicamentos de forma continuada», y que «curar no es negocio». 

Este miércoles se pone a la venta Crónica de una sociedad intoxicada (Ediciones Península), una obra exhaustiva sobre la investigación, desarrollo, regulación y el consumo de fármacos de la sociedad actual, en la que revela los intereses y las prácticas de las compañías farmacéuticas, legisladores y reguladores.

Viendo este libro da la impresión de que está muy enfadado, muy harto de las prácticas de la industria farmacéutica. 

RESPUESTA. La industria hace lo que tiene que hacer: vender medicamentos. Si estoy enfadado con alguien es más bien con los estados que no regulan a la industria o no la regulan de manera efectiva, y no protegen, por tanto, la salud de la población. 

P. Entonces, usted no está enfadado. 

R.No. 

P. Me alegra mucho, porque no deja títere con cabeza. ¿Por qué este libro? 

R. Durante la pandemia se dijeron muchas cosas. Hubo un ruido ensordecedor sobre cuestiones relacionadas con la salud, con el sistema sanitario y, sobre todo, con los medicamentos y vacunas (esto es de lo que yo me ocupo). Cuando se decía “la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha aprobado tal o cual fármaco, hay que darlo enseguida, o tal o cual vacuna”, yo pensaba: «Es que la gente no entiende nada». Se dicen muchas barbaridades cuando se habla de la Agencia Europea; quien aprueba un medicamento no nos está diciendo que lo tomemos, simplemente dice que lo ha aprobado. 

Viendo toda aquella agresividad en las políticas vacunales, las mascarillas y, sobre todo, el pasaporte covid, y los comentarios fuera de órbita de personas que no sabían de lo que hablaban, me surgió la idea de escribir un libro y explicar que estamos en una sociedad que toma demasiados medicamentos -y esto hace que tengamos efectos indeseados-, que en el 80% de los casos no son necesarios. 

«Más del 80% del presupuesto de la regulación europea de medicamentos es pagado por la industria, el regulador hace lo que le dice la industria» 

P. ¿Qué quiere contar en su libro? 

R. Lo he estructurado en tres grandes partes: la primera explica qué son los fármacos, de dónde salen y de qué manera se desarrollan, para hacer ver también al lector que muchos de los grandes avances de la medicina en el siglo XX se han producido por observaciones casuales (a las que hemos estado atentos). 

La segunda detalla cómo usamos los medicamentos, la cantidad enorme de fármacos que consumimos en España y en todo el mundo rico, y los efectos indeseados que esto tiene. 

La tercera pretende buscar las causas de todo eso, los mecanismos, cómo los reguladores están en manos de la industria farmacéutica. Más del 80% del presupuesto de la regulación europea de medicamentos es pagado por la propia industria, y esto ocurre en todo el mundo. De modo que el regulador hace lo que le dice la industria, no solo por este motivo del dinero, sino también cómo han sido elaborados los criterios de evaluación. 

P. Entonces, el regulador no es independiente y está cautivo de los ingresos. 

R. Es un secuestro del regulador por la industria. Después, los sistemas sanitarios son incapaces, o al menos en España, de seleccionar los medicamentos que más les convienen. Todos los países de la Unión Europea siguen los dictámenes de la EMA, que es un organismo regulatorio supranacional; pero no todos, aunque aprueben un fármaco, siempre aprueban su financiación y su uso en su sistema sanitario. Es decir, sigue existiendo una capacidad de decisión que en España no se aplica.

P. En el libro habla de los lobistas, que intervienen en las agencias reguladoras y también en los políticos, lógicamente. 

R. Gracias por la pregunta, pero esto también es justo. Los lobistas tienen una influencia enorme sobre la gente que decide cómo se van a usar los medicamentos; por ejemplo, el colesterol ha sido una prioridad en Cataluña durante 15 o 20 años. Hay que mirarle el colesterol a toda la población sin tener datos que indiquen que haya que medirlo y se ha hecho una prioridad de salud de la población.

Del colesterol a la vitamina D

P. En Cataluña y en todas partes. Se han ido rebajando las cifras de colesterol recomendadas y si alguien tiene dos o más factores de riesgo cardiovascular, sale de la consulta del médico con una estatina prescrita. 

R. Así es. Y también pasa con la vitamina D, que es un fenómeno que está creciendo en Francia. Y, sin embargo, otros países europeos dicen que en ellos no hay ningún problema. Es un problema más específicamente español y francés. 

P. Es paradójico, porque somos de los países con más exposición solar, por lo que no deberíamos tener esos déficits tan acusados. 

R. Con la vitamina D se ha hecho como con el colesterol, se han subido los niveles que se consideran bajos y, claro, de esta manera se multiplica el mercado. Es muy fácil para el que vende medicamentos: se amplían los límites de la enfermedad y disminuyen los de la normalidad, entonces tiene muchos más clientes potenciales.

Una cosa que a mí me impresionó mucho hace más de 13 años es que salió en una revista de prestigio, el New England Journal of Medicine, un artículo de revisión sobre la vitamina D que, con muchas citas bibliográficas, concluía que la vitamina D es una maravilla: alarga la supervivencia, disminuye el riesgo de infarto, de ictus, de enfermedad, de alzhéimer, de cáncer; de todas esas cosas que hay que temer en la sociedad actual. Después se ha demostrado que no es cierto y se ha dicho que, por lo menos, sirve para reforzar los huesos, para prevenir las fracturas. Pero ahora se han hecho ensayos clínicos sobre vitamina D y prevención de fracturas, y tampoco sirve. Sin embargo, su consumo está muy extendido. 

«Una de las cuestiones más preocupantes desde el punto de vista sanitario es que los fármacos susceptibles de venderse más no son los que aportan más a la salud de la comunidad» 

P. Dice que realmente lo que hacen los medicamentos es aliviar una enfermedad y que la mayoría no curan. Además, expone que la industria introduce pequeños cambios en algunos fármacos y los presenta como nuevos. ¿Estas explicaciones sugieren que los fármacos realmente no valen tanto?. 

R. Esas cosas pasan, pero valen, y mucho. En más de una sección o párrafo del libro dejo bien claro que ha habido avances enormes gracias a los fármacos; por ejemplo, para un dolor de muelas por un flemón, tomamos amoxicilina durante unos días y nos olvidamos de que podríamos perder un diente por esa infección; o que ahora las intervenciones quirúrgicas pueden ser mucho más prolongadas porque han mejorado mucho los anestésicos; los inmunosupresores para las personas trasplantadas o los medicamentos para la hepatitis C. 

Hay una cantidad enorme de medicamentos que tienen un valor extraordinario, pero muchos otros no y, de hecho, estos últimos son los que triunfan. Y esto es una de las cuestiones más preocupantes desde el punto de vista sanitario, que los fármacos susceptibles de venderse más no son los que aportan más a la salud de la comunidad.

Los cinco estrellas

P. ¿Cuáles son esos? Habla del omeprazol, somníferos, ansiolíticos, antidepresivos y contra el colesterol. 

R. El omeprazol y otros de grandes ventas son los medicamentos susceptibles de ser dados a personas sanas haciéndoles creer que están enfermas. Cuando el médico le dice a alguien: «Lo único que le he encontrado es que tiene un colesterol alto, vamos a tratarlo». A partir de ahí, está tratando a esta persona sana como si fuera enferma. Y si, además, su estilo de vida no es del todo saludable, tiene muchas más posibilidades de acabar como un enfermo. 

El caso del omeprazol, además de actuar sobre el estómago, lo hace sobre muchos otros órganos y puede producir efectos indeseados. Es útil si se toma durante una o dos semanas, o cuatro como máximo si hay que tratar una úlcera duodenal. Pero si cuando se prescribe como un protector para unos días, se deja ya puesto en la receta para siempre, pierde sus beneficios.

TE PUEDE INTERESARDesarrollan un nuevo y mejor antidepresivo que hace efecto en minutos

Sarah Romero

En cuanto a los psicofármacos, con las nuevas definiciones de enfermedades mentales es muy fácil convencer a la gente de que tiene una (depresión, ansiedad generalizada, etc). Pero, muy a menudo, todos estos nuevos criterios diagnósticos en psiquiatría, que hacen que una parte muy importante de la población necesite psicofármacos, han sido alentados por las compañías farmacéuticas, porque saben que ampliando los criterios diagnósticos se amplía su clientela, se amplía su mercado y se amplía su volumen de negocio. 

Es decir, los medicamentos de los que más me quejo son de los que se están dando mayoritariamente a personas que no necesitan ningún fármaco. 

P. ¿Qué opina del tratamiento farmacológico de los problemas de salud mental en los menores? 

R. Lomás preocupante ahora es el aumento del consumo de neurolépticos, lo que la industria llama antipsicóticos, y también de antidepresivos en niños y adolescentes. Los mal llamados antidepresivos -porque estos fármacos no son antidepresivos, son ISRS e ISRNA- son especialmente peligrosos en los adolescentes porque acarrean un riesgo de suicidio. Ya ha habido dramas enormes de suicidios de adolescentes que no tenían depresión y, por algún motivo, alguien se los recetó. 

P. Aquí hay dos partes: los médicos que, como usted explica en el libro, se dejan llevar por las recomendaciones de la industria y de las sociedades científicas, y la propia presión del paciente que quiere una pastilla. Hay responsabilidades compartidas. 

R. Sí, es cierto que, en muchos casos, el usuario del sistema ha presionado al médico, pero eso también tiene mucho de mito. Hay facultativos que justifican la prescripción porque no pueden resistir la presión de lo que les piden los pacientes; no pueden decir que prescriben demasiado porque no tienen tiempo de consulta para darles otras explicaciones. 

P. Exactamente, el poco tiempo de consulta es otra derivada del problema… 

R. Sí pero no, porque hay médicos que no tienen tiempo para el paciente, pero sí para recibir al visitador médico del laboratorio. Es decir, que todo esto es muy relativo. En mi opinión, hay que dar más tiempo al médico para que se meta en el paciente. 

«Antes, el médico trataba a personas para intentar restablecer su salud o aliviar su enfermedad, ahora mayoritariamente el sistema sanitario trata a personas sanas haciéndoles creer que están enfermas» 

Lo que se hace en este sistema de salud es con prisas y confiando todo casi exclusivamente en la tecnología. La tecnología en cuanto a medicamentos ha mejorado mucho en los últimos 80 años, pero la manera de ejercer la medicina ha empeorado. Antes, el médico trataba a personas para intentar restablecer su salud o aliviar su enfermedad, ahora, mayoritariamente, el sistema sanitario trata a personas sanas haciéndoles creer que están enfermas y esto tiene un coste enorme, no solo el económico de los medicamentos que se les dan innecesariamente, también, muy importante, el coste del personal y el de las horas no remuneradas de los cuidadores de las personas solas.

Papel del Estado

P. Que además están polimedicadas y son más frágiles. 

R. Como cuento en el capítulo de la sociedad intoxicada, esto tiene una enorme repercusión sobre la salud pública, y tomar muchos fármacos se ha convertido en una de las principales causas de muerte. Esto no es una broma. A mí me parece injusto echarle la culpa al médico porque lo ha prescrito. Hay un poco de todo. El sistema público no hace nada de formación continuada de los profesionales y le da a la industria la labor de formarles. Es como pedir a las tabacaleras que hagan campañas sobre tabaco y salud, o a las bodegas que eduquen a la sociedad sobre el consumo de alcohol. ¡Es de locos, vaya!. 

Y es lo que está haciendo el Estado. Por tanto, sí, estoy enfadado, pero estoy enfadado con el Estado, que no ejerce su responsabilidad de defender la salud de los ciudadanos. La industria hace lo que tiene que hacer, que es vender, pero el Estado no responde adecuadamente a esta industria que, por cierto, ha sido cada vez más agresiva. 

P. ¿Cómo debería actuar el Estado? 

R. La política de medicamentos de los sistemas sanitarios debería abordar, como mínimo, cinco ejes: en primer lugar, la política de compras. Nuestro sistema sanitario es un comprador ciego de humo en el mercado global de las tecnologías. Es decir, lo que ahora cuenta más en el comercio mundial son las tecnologías y, sobre todo, los nuevos productos protegidos por patentes; hay un mercado mundial donde unos compran y otros venden, y el sistema sanitario español compra mucho (corremos a comprar lo último, lo que está de moda), sin preocuparse de ver si lo último es mejor que lo que ya teníamos.

Luego hay muchos medicamentos repetidos, bajo diversas marcas y fabricantes, por ello el sistema sanitario debería multiplicar los controles de calidad. Existe la llamada cadena del medicamento, que comienza con la investigación, desarrollo y fabricación; prosigue con la regulación y los ensayos clínicos, hasta llegar al ciudadano, que es lo que realmente nos importa. Pero es evidente que si todo lo anterior funciona mal, el consumo funcionará mal. Si permitimos que haya muchos medicamentos, la cadena se complica, y más cuando estos medicamentos no son más que repeticiones uno del otro. 

«No puede ser que nos creamos a pies juntillas y sin hacer ninguna pregunta lo que nos cuenta el fabricante» 

Además, los sistemas sanitarios deberían tener sistemas de información de medicamentos hechos por ellos mismos. No puede ser que nos creamos a pies juntillas, y sin hacer ninguna pregunta, lo que nos cuenta el fabricante. El fabricante es un mercader, alguien que, aunque en sus eslóganes publicitarios diga que lo primero para él es el paciente, no es verdad. Lo primero para él es la cotización de las acciones y la rendición de cuentas a la asamblea anual de accionistas. Nada más. 

Otro punto es la formación continuada del médico, que deberia darla el sistema de salud y no la industria; pero también un sistema de salud más democrático, que fomente el diálogo con los profesionales. 

Por último está el asunto de la transparencia -que también incumbe a los periodistas-, para que se informe si los emisores de opiniones tienen conflictos de interés. 

P. Podríamos seguir hablando durante horas, no le faltarían argumentos sobre qué nos ha llevado a esta sociedad intoxicada. ¿Habría escrito este libro tan reivindicativo estando en activo? 

R. No sé si habría salido igual, pero los conceptos e ideas que hay en el libro sí; pero entonces no tenía tiempo. 

P. ¿No tenía tiempo o tenía las manos atadas? 

R. No, no crea. Nosotros hicimos muchas denuncias en el Butletí groc (del Instituto Catalán de Farmacología). Yo tuve problemas con la industria farmacéutica: MSD me llevó a juicio por alertar de los efectos del antiinflamatorio rofecoxib. Ganamos el juicio y, además, al cabo de unos meses retiraron el medicamento de todo el mundo por lo que nosotros dijimos. Yo no me mordí la lengua y por eso era conocido durante mi actividad profesional. 

P. Por cierto, ¿cuántos fármacos toma usted? 

R. Ninguno. Por suerte, hasta ahora, las enfermedades me han respetado.