«Hay motivos para seguir luchando», podía leerse en la pancarta que ayer encabezaba la manifestación convocada en Gijón por la Asociación de Trabajadores Asturianos de la Sanidad (ATAS). Y tras ella, más de 5.000 personas, según cálculos de la Policía Nacional, que protestaban contra unas condiciones de trabajo y una gestión sanitaria que consideran «pésima».
Es la segunda vez que los trabajadores del Servicio de Salud del Principado (Sespa) organizan una movilización multitudinaria. La primera, celebrada en Oviedo el pasado mes de febrero, reunió a unas 4.000 personas. Mejorar ese nivel de participación, que en su momento ya superó todas las expectativas, supone un refuerzo para quienes le replican al presidente del Principado, al consejero de Salud y a la gerente del Sespa que «no todo es dinero». Sencillamente, es que «estamos hasta los zuecos», proclamaban los manifestantes, que, en el fragor de la protesta, llegaron a decir también que se sentían «hasta los güevos» por sus condiciones de trabajo.
La protesta de ayer llega diez días después de que el Sespa llegase a un acuerdo con los sindicatos -lo firmaron cinco de las seis organizaciones que participaron en la negociación- para mejorar las retribuciones salariales de la plantilla. Esas mejoras suponen un desembolso anual de 23 millones de euros, pero no han conseguido apaciguar el «profundo malestar» que siente una parte de la plantilla. Más bien todo lo contrario: «Pensaron los del Gobierno que aumentando el salario a a algunas categorías iba a solucionarse el problema. Pero lo único que han hecho es aumentar las desigualdades, creando profesionales de primera y de segunda».
Aplausos desde las aceras
En la manifestación de ayer, estaban representadas todas las categorías y áreas sanitarias de Asturias, aunque enfermeras, TCEs (evolución de los cuidados que han venido prestando las auxiliares) y celadores son la fuerza motora de esta marea «por la defensa de la sanidad pública» a la que ayer se sumaba también la Federación de Asociaciones de Vecinos de Gijón. «Estas son las manos que os cuidan», cantaron durante su recorrido reivindicativo desde la plazuela de San Miguel a El Carmen. A su paso, hubo viandantes que aplaudieron de forma espontánea en señal de apoyo.
«Si una TCAE tiene que trabajar en un servicio especial para el que no tiene formación y acaba el turno llorando, ¿eso se mejora dándole 30 euros más al mes? Cuando una enfermera se encuentra sola en un centro de salud porque no han sustituido al médico, ¿se soluciona con 30 euros? Cuando los pacientes de El Berrón pasan días sin un médico que les atiende, ¿importa que les hayan subido el sueldo?», encadenó Arantxa García, en la lectura del manifesto que puso fin a casi dos horas de protesta. «Quisieron, por un lado, mantener amarrado a un coletivo que en estos momentos es escaso -en referencia a los médicos- y, por otro, dividirnos. No contaban con toda la gente que hay aquí», prosiguió.
Arantxa García le puso voz al malestar que existe entre los profesionales de la sanidad pública asturiana que reclaman «unos contratos y unas condiciones laborales dignas». Ayer, los manifestantes alzaron una pancarta con la caricatura del presidente del Principado, Adrián Barbón, para hacerle saber, a modo de viñeta, que «ya no puede ocultar la realidad». Un realidad, según denuncian, en la que hay profesionales con contratos de un día y que trabajan «a destajo», «muy por encima» de su jornada laboral ordinaria.
«En el sistema sanitario, si un eslabón se rompe, la cadena se rompe. Y aquí estamos todos, juntos, unidos como compañeros, sin sindicatos ni partidos», remarcaba García al término de la manifestación. ATAS se creó, precisamente, para canalizar de forma «apolítica» y «asindical» el clima de descontento que se puso de manifiesto con la multitudinaria protesta del mes de febrero en Oviedo. Ayer, tampoco hubo siglas. Salvo el logotipo de la Corriente Sindical de Izquierda (CSI) que aparecía estampado en los dos altavoces que se instalaron en la plaza de El Carmen para que se pudieran escuchar alto y claro las razones de la manifestación.
Las pancartas ya lo decían todo: «Barbón, dónde está mi conciliación»; «Sometidas, engañadas, agotadas, puteadas»; «Recortad sillones y no peones»; «Trabajar en el Sespa, infierno en el Paraíso»; «Plantillas deficientes, riesgo para los pacientes». Todas ellas encaminadas a poner en evidencia la gestión del sistema sanitario asturiano. «Señor presidente, ¿no te das cuenta que todo ese cortejo de gestores puestos a dedo lo están haciendo mal?», espetó Arantxa García en el tramo final de una manifestación que empaña el balance político de esta legislatura, en la que Adrián Barbón ha hecho bandera de la buena situación de la sanidad pública en Asturias, con el mayor gasto sanitario per cápita del país.
El presidente del Principado llegó incluso a hacer un llamamiento a los sanitarios de otras comunidades que pudieran sentirse maltratados para que se vinieran a trabajar a Asturias. «Aquí encontraréis mejores condiciones», les animó en una de sus comparecencias públicas. Fue la chispa que desató este incendio a dos meses de las elecciones autonómicas y municipales. Ayer, le replicaban no solo los trabajadores del Servicio de Salud, sino también sus usuarios: «Nuestro sistema sanitario está enfermo», sostenía Charo Blanco, que se pronunció en representación de la Federación de Vecinos de Gijón.
Esta líder vecinal habló del colapso de la Atención Primaria, de las listas de espera y de la sobrecarga de trabajo que soportan los profesionales. «Se ha degradado la sanidad pública, lamentó Blanco, advirtiendo, a su vez, del aumento de los seguros de salud privados. «Somos pacientes, no clientes. La sanidad pública, un bien común e indispensable, acabará quedando para la beneficiencia», alertó. En definitiva, «la sanidad no se vende, se protege», lanzaron como mensaje colectivo,