Es un lugar común que el gasto farmacéutico es una de las principales preocupaciones de las administraciones sanitarias, de los laboratorios fabricantes, de la patronal Farmaindustria, de los pacientes y, por ende, de toda la sociedad.
Tal vez para paliar esa inquietud, o por otros motivos, el Boletín de Coyuntura del Mercado del Medicamento en España de Farmaindustria asegura en uno de sus artículos que «el gasto farmacéutico público crecerá muy por debajo de lo que lo hará la economía española en los próximos años», ya que «las previsiones auguran crecimientos del 0,4% al 1% anuales en el mercado de oficinas de farmacia en España en el periodo comprendido entre 2015 y 2019».
En línea con los intereses de la patronal farmacéutica se afirma que «las previsiones no son optimistas y, tras varios años de intensa caída del mercado y del gasto farmacéutico público en España, se prevé que, de cumplirse las previsiones, entraríamos en la década de 2020 con un volumen de gasto que apenas superaría los 9.700 millones de euros».
Lamentablemente, estos datos son sólo ciertos en pequeña parte, pero las medias verdades nunca fueron verdades completas. Muchas veces son mentiras porque el informe de Farmaindustria se olvida de que el gasto en recetas está repuntando en los últimos meses y sobre todo porque el gasto público de medicamentos realizado en hospitales ronda ya el 43% del total. Sí, el 43,5%, para ser exactos, según datos recientes de IMS que recogen los consumos desde marzo de 2014 a abril de 2015, los doce últimos meses.
El total del gasto farmacéutico público, que incluye el realizado en hospitales, para pacientes ingresados y también para pacientes externos afectados de enfermedades como cáncer, sida, hepatitis C y otras más, ha sufrido un crecimiento considerable y que en cifras absolutas marca los siguientes hitos: 5.122 millones de euros en 1995 –4.155 millones en oficinas de farmacia y 967 en hospitales–; 8.364 millones de euros en 2000 –6.466 millones y 1.898 millones, respectivamente–… a los 16.344 millones de euros actuales –9.234 millones y 7.110 millones–.
A la vista de estos datos, las previsiones para las farmacéuticas no parecen tan malas como augura Farmaindustria. Quizás, la patronal debería explicarnos si la contradicción entre el encabezado de su artículo («el gasto farmacéutico público…»), el contenido de su primer párrafo donde se refiere al gasto en las oficinas de farmacia y la evidencia de los datos que antes hemos citado, y que Farmaindustria debe conocer, es fruto de un error ingenuo o una práctica más de presión al Gobierno, algo que tan buenos resultados parece estarle dando.
Un informe de Bárbara Gaya