RESUMEN DE UNA ENTREVISTA A JAIME BREILH. FUENTE: https://lalineadefuego.info/jaime-breilh-en-el-corazon-de-la-pandemia-esta-el-sistema-agroalimentario/
El nombre Jaime Breilh es sinónimo de epidemiología crítica en América Latina. Referente del campo de la salud colectiva, este docente e investigador ecuatoriano llama a mirar las estructuras profundas del capitalismo para abordar de forma realista el actual mundo pandémico. “No ubicar a las vacunas como panacea”, denunciar la “infodemia» del campo médico-hegemónico”, y desarmar “décadas de domesticación de las academias de medicina” son algunos de los puntos clave. Apuesta por salir del cada vez más estrecho campo de discusión entre negacionistas, de un lado, y la monocultura de la farmaindustria, gran parte de los gobiernos y los medios masivos, del otro. Una mirada estrecha, un abordaje reduccionista
—¿Cómo analiza el abordaje hegemónico que se está realizando en torno a la pandemia?
Veo que pensar la pandemia desde la lógica de una causalidad nos tiene atrapados. Si me aproximo a esta problemática de forma reduccionista, la pandemia va a ser un virus, vacunas, medicamentos, prevención etiológica individual, contagio. Y eso es apenas el pico del iceberg, apenas una parte de los efectos observables de un proceso mucho más complejo. En el corazón de la pandemia está el sistema agro-alimentario del capitalismo. Y hay que decir entonces que no hay agricultura a secas, ni sistema agro-alimentario a secas sino que sobre esas categorías hay una disputa profunda de sentidos, de implicaciones y de prácticas que debemos discutir y poner en diálogo urgente con la salud.
—Usted apunta a un tipo de forma de producción agrícola y de alimentación.
Primero tenemos que empezar distinguiendo entre los modelos agrarios. Hay dos grandes paradigmas productivos, políticos y sociales alrededor de la agricultura. Por un lado, la agricultura de la vida, y del otro, la de las corporaciones, la del negocio. Y no son compatibles, son antagónicas. Porque hay una agricultura pensada para defender, proteger, alimentar al sujeto vivo social. Y hay otra pensada a partir de la codicia, para convertir todo en una commodities, desde el ser humano y la fuerza de trabajo, hasta el genoma, la tierra, el agua. Todo es parte de una estructura de acumulación de capital. Es el sistema agroalimentario de la muerte, porque tiene consecuencias profundas sobre la vida humana y no-humana, y lo vemos con los brotes virales que se suceden en los últimos años, y con la vulnerabilidad en la salud de las poblaciones. No podemos ya desconocer esto.
—En el campo crítico de la salud se habla de que atravesamos una sindemia (sinergia de varias problemáticas sanitarias con alcance epidémico). ¿Qué definición tiene usted sobre este concepto?
Es verdad que estábamos en una sindemia mucho antes de la expansión del Sars-CoV-2 (Covid-19). Es decir, nos encontramos ante una confluencia de varios procesos correlativos, sinérgicos, que se potencian, y el efecto es más que la mera suma de esos procesos. Mi visión desde la epidemiología crítica es que el problema no es sólo las enfermedades virales y no virales, las enfermedades crónicas, la salud mental. Esa es una parte de la salud, muy importante, claro, pero es mucho más que eso. Los procesos sindémicos van más allá y nos llevan a lo estructural. Ahí encontramos una confluencia de procesos políticos, económicos, sociales, ecológicos y culturales. En el corazón de de la pandemia está el capitalismo, cuya capacidad de concentración y destrucción es todavía inédita, con un crecimiento galopante de la desigualdad social a niveles explosivos. Este marco destruye el bien común, y produce una exclusión masiva de todo lo necesario para el buen vivir humano y no humano.
—¿Qué otros procesos conforman esta sindemia?
La sistemática acumulación de condiciones de ‘pandemicidad’. Una estructura globalizada que transforma los ecosistemas y promueve pandemias de los últimos años, y de las que vendrán. Es imposible seguir pensando en los virus como un sistema biológico con su lógica, sus procesos de adaptación y los ritmos que históricamente han tenido. Hoy tenemos una agro-industria que está generando condiciones de masificación animal con uniformidad genética, que es la base para la combinación y mutación viral; un sistema de vacunación descoordinado que va a catapultar la diversificación de las cepas virales; y un sistema social donde la ciudad neoliberal y el campo neoliberal son propicios para la concentración de una alta carga viral en poblaciones vulnerables, no podemos pensar los virus como algo que fluye naturalmente. Hay que entender lo estructural. .
—Es decir que hay que explicitar la dimensión política en la propia propagación del virus.
No se trata de un virus actuando de acuerdo a la lógica de un manual, porque hablar de eso sería hacer neo-darwinismo perverso. Pensar que el virus está caminando por su propia dinámica, a partir de su propia estructura genética, y que está buscando aceleradamente mutar solo como en un ensayo experimental, eso es falso. El virus está impulsado por un sistema de recomposición de la relación entre humanos y naturaleza tan brutal que tiene la mesa servida para su reproducción.
—¿Qué rol tiene la acelerada crisis climática en esta sindemia?
Dentro de estas transformaciones drásticas, el cambio climático es central. Estamos viendo las inundaciones, los incendios, la pérdida de glaciares, la acidificación del mar y los ciclones del último tiempo, estamos frente a señales gravísimas de un trastorno ambiental integral que da sus últimos avisos antes de ingresar en el punto de no retorno. Y esa dimensión no puede quedar fuera a la hora de pensar la salud desde una perspectiva crítica e integral.
—¿Como valora la información de la pandemia?
Hay una desinformación dramática. No hay información actualizada ni cubre lo necesario para un abordaje integral. Los aspectos estructurales que venimos hablando están totalmente fuera. Esta información que hegemoníza el discurso en torno a la pandemia no es democrática, y está totalmente manipulada en favor de los grandes intereses del negocio de la farmaindustria.
—¿Qué podría decir de ese status de ‘verdad única’ que ha adquirido la ciencia médica hegemónica en el contexto de la pandemia?
Para entender eso primero hay que saber que arrastramos décadas de domesticación del pensamiento académico en salud. Una domesticación alrededor de la ciencia positivista, cartesiana, de mirar la realidad de forma fragmentada. La idea de sofisticación de la ciencia es poder manejar pedacitos de realidad que se llaman variables, con eso hacer sistemas complejos, formales, para predecir una probabilidad o describir un comportamiento empírico. Pero ahí, en ese pico del iceberg no está la esencia de lo que nos está pasando.
—¿Hay lugar para voces disidentes a esta mirada médico-hegemónica?
La disidencia ha sido perseguida y satanizada. Estamos viviendo la dictadura del paper científico. Una opinión sólo es válida si tiene el respaldo de escribir en las revistas de alto impacto. Uno no niega que en esas revistas hay cosas muy valiosas, pero debemos saber que las revistas de alto impacto no son neutrales. Y al final ¿qué lee el estudiante, el residente de medicina o el personal de salud? Lo que está en la revista científica de alto impacto. Pero el conocimiento no se reduce a eso ni mucho menos. La pandemia puso esto en evidencia. Tenemos infinidad de campos para estudiar de zonas ciegas de la ciencia que son fundamentales para hacer prevención profunda, real y consistente de la pandemia. Y eso no se toma en cuenta porque no entra en la lógica hegemónica.
—Como usted plantea, no se puede separar este abordaje del capitalismo.
Hay que entender que la ciencia médica está controlada por una lógica comercial, muchas veces disfrazada de neutralidad científica. Esta irracionalidad gobierna en este mundo. Es lo mismo que pasa con las vacunas, que en su gran porcentaje se desarrollaron con n coeficiente de 9 a 1, de 7 a 3 o de 6 a 4 entre fondos públicos y privados. Pero no tenemos código abierto para saber cómo están hechas, y para poder elaborarlas en el sector público. Una verdadera locura. Una forma de entender la salud como negocio antes que para cuidar la vida.
—Un punto crítico en esta clausura del debate científico es la vacunación. ¿Qué puede aportar al debate vacunas o antivacunas ante un tema tan delicado como el cuidado de la trama de la vida?
Antes que nada hay que romper la panacea de la vacuna como la gran vía, la salvación única, incluso la tan mencionada inmunidad de rebaño es una entelequia. ¿Qué es lo clásico de la inmunidad de rebaño? Si tengo una epidemia de sarampión y tengo una cierta cobertura de vacunación, eso genera un cese o disminución de los contagios. Pero esta comprobado que con el COVID los vacunados se siguen infectando y contagiando, aunque probablemente con menor intensidad de la enfermedad…
—Se habla asimismo genéricamente de vacunas cuando en realidad hay tecnologías clásicas, otras novedosas basadas en modificación genética, y las de ARN-Mensajero. ¿Qué nos puede decir sobre este punto?
Hay que precisar que una vacuna clásica, propiamente dicha, llamada así, es un virus inactivado o un virus atenuado, que no influye para nada en tu genética. Pero con las vacunas ARN.M, se introduce en el cuerpo un código de producción de proteínas artificial, se introducen instrucciones. No sabemos que puede pasar dentro de unos años con estas vacunas que generan inmunidad con un mecanismo de inducción genética de ARN-M. Hoy no lo sabemos.
—Este tipo de advertencia, que es propia del principio de precaución científico, es cancelado como “antivacuna”.
Cualquier investigación o alerta en torno a estas vacunas, es rechazado desde los centros que controlan las decisiones. La prioridad es acelerar la venta de vacunas y nada lo puede cuestionar. Los medios de comunicación nos tienen embobados y no se admite la crítica o el debate. Los jinetes del apocalipsis de la codicia están desatados.
–¿Y qué sucede en los centros de investigación?
La mayoría de las universidades y centros de investigación ni se cuestionan todo esto. Solo buscan obtener una vacuna. La influencia de las estructuras de poder sobre el campo científico.
—¿Qué políticas urgentes se necesitan en estos momentos?
Tiene que haber una propuesta integral para salir de la pandemia, y una herramienta muy importante es la agro-ecología. La lucha por la agro-ecología y por sistemas alimentarios de la vida, que sustituyan el extractivismo agro-industrial, es una vía de salida. Tenemos que construir políticas que fomenten la producción ecológica, el empleo rural de calidad, bonificar a quienes cuidan el ambiente y no usan agroquímicos, no destruir ecosistemas, proteger el agua. Esas son políticas antipandémicas.
—La agricultura ecológica como un eje clave.
Yo hablo de promover las cuatro “S” de la vida: Sustentabilidad, Soberanía, Solidaridad y (bio)Seguridad integral. Para salir de los ciclos pandémicos tenemos que crear sociedades sustentables donde sin dudas la agricultura juega un rol fundamental por sus implicancias en torno al uso de agua, de la tierra, de la biodiversidad y de las relaciones sociales. Este proceso debe ser soberano, no puede seguir dependiendo de las lógicas que nos imponen las grandes corporaciones. Para lograr esto debemos cultivar la solidaridad a todo nivel como un aspecto político fundamental para dejar atrás esta sociedad patriarcal, racista y clasista. Y finalmente la seguridad última que no podemos omitir como proyecto es la de la vida, y eso depende de políticas muy concretas. Para la pospandemia necesitamos un freno urgente al extractivismo, prohibir el uso masivo de agrotóxicos, prohibir los transgénicos, las formas de producción masiva de animales y su alta carga viral. Esos son ejemplos concretos de políticas que dan seguridad a la vida, y una verdadera vía de organización antipandémica. Tiene que haber una propuesta integral para salir de la pandemia, donde veo que una herramienta muy importante es la agro-ecología. La lucha por la agroecología y por sistemas alimentarios de la vida, que sustituyan el extractivismo agroindustrial, es una vía de salida.
Muy buen artículo, valiente y constructivo. Ahora entonces hay que buscar y potenciar todo aquello que fomente la agro ecología y que quite o cambie la hegemonía de la farmaindustria sobre la salud. Una pregunta ¿dila vacuna es una entelequia, que propuestas medicinales habría que usar para luchar contra la pandemia a corto plazo?