España encabeza el consumo mundial de benzodiacepinas. Estas pastillas incluyen el diazepam, lorazepam, medazepam…Fármacos que por su efecto ansiolítico y relajante muscular, a menudo se recetan para dormir, relajarse o mitigar la ansiedad.
Solo en 2020, en España se consumieron 110 dosis diarias por cada mil habitantes. Unas cifras que nos sitúan muy lejos de países como Alemania con 0,004 dosis diarias. ¿Por qué viviendo en un país que desde fuera envidian por nuestro clima, paisajes y gastronomía, lideramos el consumo de benzodiacepinas?
Las cifras son preocupantes. El 7,2% de la población reconoce recurrir a diario a estos fármacos y el 23,5% asegura que los ha consumido en algún momento de su vida. Además, solo en el último año, 713.000 personas las han tomado por primera vez.
¿Necesitamos doparnos para sobrellevar al día a día?
Mónica Florido, Psiquiatra de la Unidad de Salud Mental Canalejas de las Palmas de Gran Canaria, explica que la necesidad de tomar químicos para poder afrontar nuestras obligaciones y quehaceres «depende de nuestro estilo de vida, de cómo gestionamos el estrés y de nuestro sistema sanitario; y el nuestro está saturado».
La experta aclara que debemos diferenciar entre «un estado de ánimo normal, con los problemas de salud mental porque no son lo mismo». «Los trastornos mentales deben tratarse con un especialista y, cuando es necesario, recurrir a la medicación. El problema es que hemos recurrido a la medicalización de la vida cotidiana», señala.
Está normalización del consumo, lleva a los pacientes a «pedir directamente estos medicamentos en la consulta sin esperar a que se los receten», explica la psiquiatra.
Hemos recurrido a la medicalización de la vida cotidiana
El consumo prolongado de estas pastillas tienen consecuencias, de ahí, que los médicos no puedan «prescribir estos fármacos más allá de los tres meses». «Si nos pasamos de ese tiempo o de dosis aparecen dos efectos secundarios que son la tolerancia (para el mismo objetivo, cada vez necesito más dosis) y la dependencia (una adicción)», aclara Florido.
En cuanto al perfil del paciente que más demanda estos tranquilizantes, la psiquiatra comenta que «cada vez más mujeres jóvenes recurren a estos fármacos. Hay un preocupante inicio de consumo en mujeres de entre 30 y 36 años». «Una hipótesis de por qué ocurre esto es que las mujeres recurren más a sustancias legales que los hombres. También es cierto que los trastornos de ansiedad son más frecuentes en mujeres que hombres», asegura.
En el caso de generar dependencia en el paciente, el requisito fundamental para superarla es «tomar conciencia del problema». Por otro lado, «la responsabilidad de los médicos a la hora de prescribir estos medicamentos es hacer una buena exploración e identificar si realmente existe una indicación para esta prescripción y, en caso de que la haya, informar al paciente de qué debe tomar, cómo y hacer un seguimiento de dicha pauta», explica la especialista. Sin embargo, «para esto se necesita tiempo y, actualmente, en el sistema público y privado de salud no tenemos mucho tiempo para atender a los pacientes», añade.