El pacifismo, un deber consustancial con la actividad de los profesionales de la salud

Frente a las guerras libradas con armamentos y ejércitos modernos, la opción pacifista es obligatoria. Por tanto, la única opción disponible, especialmente para quienes trabajan en una profesión sanitaria, es la de oponerse a las guerras, prevenir los conflictos y promover la paz. La guerra es una catástrofe de salud pública que debe prevenirse o detenerse lo antes posible si ya está en marcha.

La promoción de la paz como tarea profesional de quienes intervienen en la protección y promoción de la salud, en las universidades y centros de investigación, en los hospitales, en el territorio y en los distintos departamentos de las autoridades sanitarias locales.

Guerra o salud: de la evidencia científica a la promoción de la paz. Del análisis de las guerras se desprende la falta de límites espaciales, temporales y legales; la imposibilidad de discriminar entre objetivos militares y civiles (incluidos hospitales y centros de atención sanitaria); por la constante violación del derecho internacional humanitario; de efectos indirectos y de largo plazo, también debidos a enormes daños ambientales, que causan un sufrimiento que normalmente se extiende mucho más allá de la duración de los combates; y de la siempre posible evolución hacia una guerra nuclear, incluso por error.

En una guerra todo se convierte en objetivo militar: las infraestructuras de electricidad, agua y alcantarillado; Instituciones de salud; las industrias químicas que provocan la liberación de sustancias tóxicas al medio ambiente; industrias que aseguran la producción de bienes esenciales; campos destinados a la agricultura; carreteras, puentes, presas y la red ferroviaria, incluso escuelas y viviendas civiles. Las armas y tecnologías utilizadas no sólo tienen efectos inmediatos, sino que también provocan directa e indirectamente efectos de larga latencia . A ellos hay que sumar otros efectos más genéricos y transversales, como el aumento de las desigualdades sociales, el caos generalizado, la interrupción de las actividades escolares, universitarias y culturales, la destrucción de empleos, la emigración masiva. El resultado final, más allá de los objetivos declarados, es siempre el de la destrucción del medio físico y de la fibra social de todo un país o territorio. El resultado siempre es una devastación y un trauma que rara vez encuentra resolución. Como espero haber destacado convincentemente en Guerra o Salud, frente a las guerras la opción pacifista es obligatoria La única opción disponible, especialmente para quienes trabajan en una profesión sanitaria, es, por tanto, oponerse a las guerras, prevenir los conflictos y promover la paz. La guerra es una catástrofe de salud pública que debe prevenirse o detenerse lo antes posible si ya está en marcha.

La nueva escalada del conflicto palestino-israelí, los ataques terroristas de Hamás el 7 de octubre y la intervención militar israeli, con dimensiones genocidas porque representa un terrible castigo colectivo a toda la poblción palestina. Nada puede justificar la violación del derecho internacional humanitario, ni siquiera la transgresión de estos principios por parte del adversario. Se debe detener la intervención militar israelí en la Franja de Gaza, se debe restablecer el derecho internacional y levantar el bloqueo.

Recrudecer aún más la espiral de violencia no puede ser la manera de garantizar la seguridad, la paz y los derechos, ni para los palestinos ni para los israelíes . Tras el atentado a las Torres Gemelas en 2001, Estados Unidos inició la «guerra contra el terrorismo», invadiendo y ocupando Afganistán durante 20 años. El resultado de esta estrategia está ahí para que todos lo vean.

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