El azar pandémico. Juan Simó

JUAN SIMO en el blog Salud, dinero y Atención Primaria
Este tuit de Mónica Lalanda me sirve de arranque para esta entrada. Atribuir a méritos propios aquello que puede ser atribuido al azar puede ser devastador si uno se lo llega a creer. Dice Mónica, como muchos pensamos en su momento, que Portugal gestionó con éxito la primera ola pandémica de la primavera pasada. Sin embargo, el paso del tiempo va poniendo las cosas en su sitio y aquellos que parecían sabios gestionadores de pandemias acaban viéndose sorprendidos por un virus que va a lo suyo, que necesita contagiar para replicarse y sobrevivir y, de paso, en cada replicación, aumentar la probabilidad de mutación hasta que una de ellas le ofrezca ventaja competitiva frente a sí mismo en forma de mayor capacidad de contagiar, no necesariamente de matar. Recordemos que si el virus mata o enferma mucho al huesped, se queda sin huesped, bien porque lo aniquile o lo recluya y, por tanto, sin posibilidad de replicarse. Al virus no le conviene para nada producir más enfermedad o muerte; en cambio, sí le conviene contagiar más. Y para eso, el huesped contagiado ha de seguir vivito y colando y, a ser posible, haciendo vida normal. El azar, para bien o para mal, ha jugado y juega un papel importante en nuestras vidas, no reconocerlo es de imbéciles redomados. Pero peor que esto, es atribuirse a méritos propios «lo bueno» y atribuir al azar, a la mala suerte, «lo malo» que nos pase.
AQUELLOS QUE SE CREÍAN EXPERTOS GESTIONADORES DE PANDEMIAS
En la aparición de la vida en la Tierra y en la evolución de las especies también tuvo -y tiene- mucha influencia el azar. No hay más que leer, o releer para quien lo leyera en su momento, EL AZAR Y LA NECESIDAD de Jacques Monod. En los resultados de la primera ola, el azar tuvo mucho que ver en las diferencias entre países (dentro de Europa, por ejemplo) o entre regiones (dentro de España, por ejemplo). Si no hubiera sobrevenido una segunda ola ni esta tercera en la que nos encontramos, si todo hubiera terminado con la primera, hoy esos expertos gestionadores de pandemias se ganarían la vida dando conferencias aquí y allá explicando cómo lograron «su» éxito. Pero no ha sido así, y el ex-ministro Illa tiene mucha razón en esta frase (aquí) que, por mí parte, es la única que indulto de toda su gestión pandémica.
 
CONFINAMIENTOS EN CADENA Y AZAR
El azar es la principal explicación para las diferencias en los resultados de la primera ola tanto entre países europeos como entre regiones. Se produjeron confinamientos más o menos intensos en cadena con pocos días de diferencia entre países y, en el caso de España, el mismo día para todo el país. La explicación es bien sencilla: en aquellos sitios en donde circulaba menos el virus en el momento del cerrojazo tuvieron mejores resultados: menos casos y, por tanto, menos muertos. Atribuir eso a méritos propios es un error garrafal. Pero claro, el azar ya no explicaría los resultados en las siguientes olas. La virginidad se perdió en el primera y, a partir de entonces, lo que ocurra en las siguientes ya no es cuestión de azar.
DIFERENCIAS EN EUROPA
La siguiente imagen muestra los muertos por millón de habitantes en muchos países europeos en la primera y en la segunda ola. Procede de este tuit (aquí) de un afamado demógrafo alemán afincado en Australia y he comprobado los datos. Se acompaña de algunos titulares de prensa muy presuntuosos relativos al «éxito» en la gestión de la primera ola en algunos de los países con pocos muertos en ella pero que luego, en la segunda, el virus se desquitó y arreó de lo lindo. Si tan buenos fueron en la primera ola, ¿por qué no aplicaron lo mismo en la segunda?
DIFERENCIAS EN ESPAÑA
La siguiente figura muestra la prevalencia de IgG positiva detectada tras la primera ola por el estudio de seroprevalencia del Ministerio (aquí). Las diferencias entre comunidades y provincias fueron muy grandes. Aquellas provincias con mayor seroprevalencia tras la primera ola han sido las que menos han crecido en seroprevalencia durante la segunda ola. Y ahora mismo, estamos viendo que aquellas Comunidades que apenas tuvieron primera ni segunda ola, como la Valenciana, Murcia o Extremadura están viendo muy amenazados sus sistemas sanitarios con incidencias acumuladas de dos semanas que superan los 1.500, lo nunca visto en estas comunidades ni en su primera ni en su segunda ola. Lo mismo digo: si tan buenos fueron en la primera y segunda ola, ¿por qué no aplicaron lo mismo en la tercera?
¿A QUÉ SE DEBE QUE HAYAMOS TENIDO POCA PANDEMIA?
El 2 de mayo pasado, cuando apenas estábamos saliendo de la pesadilla de la primera ola, la prensa murciana se hacía esta pregunta: «Coronavirus en Murcia: ¿Por qué hay menos afectados de coronavirus en la región?» acompañada de una sugerente fotografía que nos recuerda el gesto del campeón en cualquier deporte imaginado. La ausencia de AVE, el clima cálido y la labor de seguimiento telefónico por atención primaria fueron las hipótesis más repetidas. Ninguna de ellas incluía el azar: la suerte de que en el momento del cerrojazo el virus circulara menos por tierras murcianas.

Una semana después, el Gobierno murciano hacía público un barómetro en el que se daban a conocer los resultados de una encuesta que se apresuró a ordenar dicho Gobierno para mayor gloria y fasto propio. La encuesta se realizó telefónicamente entre los días 20 y 29 de abril cuando apenas despertábamos de la pesadilla de la primera ola. El titular y el subtítular fueron inequívocos: «La mayoría de murcianos aprueban la gestión del Gobierno regional sobre la pandemia», «La última encuesta del Cemop recoge que el 58% cree que ha sido buena, sólo un 22% opina lo mismo del Ejecutivo central» (aquí).

Los principales resultados de dicha encuesta pueden encontrarse. Destaco a continuación el gráfico que recoge la aprobación al Gobierno regional y la desaprobación a lo hecho por el Gobierno central.

Por cierto, la Unión Europea tampoco se fue de rositas y recibió una menor aprobación incluso que el Ejecutivo de Sánchez.

Y HABLANDO DE AZAR
De esta «casualidad» fui advertido por un compañero extremeño hace pocos días. Las tres variantes afamadas del nuevo coronavirus: la británica, la sudafricana y la brasileña coinciden con los tres países en los que se realizaron los cuatro ensayos clínicos de la vacuna de Oxford-AstraZeneca (Reino Unido, Sudafrica y Brasil) cuyos resultados se publicaron en Lancet hace poco (aquí). Ni la Universidad de Oxford, ni AstraZeneca ni la OMS ni nadie, han dicho nada acerca de esta ¿casualidad?

 

COMENTARIO
¿Hará el Gobierno murciano otra encuesta en cuanto termine esta tercera ola repitiendo las preguntas que hizo tras la primera? Estas prácticas no pueden más que encasillarse dentro de lo Enrique Gil Calvo llamó el Sectaro-virus (aquí) que afecta a todas las administraciones del Estado. Dice Gil Calvo: «A diferencia del resto de Europa, donde los niveles directivos de los organismos públicos están ocupados por técnicos imparciales, aquí están okupados por cargos de confianza sometidos a la disciplina de un partido: es decir, por comisarios políticos que no piensan en cómo servir con eficacia al interés público sino al interés sectario de su partido». Ojo, pues, con atribuir a méritos propios «lo bueno» que nos ocurra y echar sobre las espaldas de otros (o de la mala suerte) «lo malo» que nos acontezca. Y también, mucho cuidado con atribuir al azar aquello que no puede ser atribuido. Según ha calculado este compañero extremeño, la probabilidad de que surjan esas tres variantes del coronavirus y ello no tenga nada que ver con el hecho de en esos tres países se hayan llevado a cabo los cuatro ensayos de la vacuna de Oxford-AstraZeneca, es decir que esto haya ocurrido por azar, es de 1 entre 1.200.000. ¿Mutación por presión vacunal? Si es así, urge incrementar la velocidad de vacunación como está haciendo, curiosamente, Reino Unido. Estaría bien que la comunidad científica aclarara esta «casualidad» antes de que Iker Jiménez lo intente aclarar a su manera en Cuarto Milenio.

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