Controversias sobre las pandemias: 7. Incertidumbre y zoonosis

La incertidumbre es la característica definitoria de todo nuevo patógeno. El contagio y la letalidad no son cálculos fijos sino variables, que cambian en función de factores que no son fáciles de controlar, fundamentalmente de que existan redes de transmisión rápida de la infección, que se difunda en territorios con alta densidad poblacional y, por último, de nuestra capacidad y precocidad en la respuesta con medidas de salud pública1.

Por tanto, un alto grado de incertidumbre, todavía mayor en el caso del Covi-19, porque es un virus nuevo del que no se conoce su biología en profundidad, aunque ya sabemos que se transmite con gran facilidad, con un indice de contagio (RO) muy superior a otros virus2. Esta alta transmisibilidad ha provocado un aluvión de casos y su rápida extensión por todo el planeta.

Otros coronavirus tienen menos contagiosidad, como el SARS, que provocó en torno a 8.000 casos en unos 30 países, aunque la letalidad era más alta; o el MERS, incluso con menos casos pero todavía más letal. Una posibilidad que cabe esperar es que el coronavirus Covid-19 se estabilice y pierda virulencia, pero a fecha de hoy no lo sabemos. Podría ocurrir, pero hay que advertir que en el SARS y el MERS, sólo son contagiosos los enfermos, no había portadores asintomáticos, mientras que el Covid-19 se comporta como un virus respiratorio como los coronavirus estacionales que tenemos continuamente en invierno (En el resfriado común la mitad de los casos son rinovirus, el 10% corona virus y ocasionalmente virus de la influenza A o B).

Por otra parte, en veterinaria conocen perfectamente desde hace décadas a los coronavirus porque son los responsables de las bronquitis infecciosas de las gallinas y los pollos , cuáles son sus vías de transmisión, que los anticuerpos duran de seis a doce meses y que las vacunas son muy complejas y muy poco útiles

La incertidumbre, pues, sigue siendo la norma. Por ejemplo, pese a la alarma inicial del brote del virus del Ébola, surgido en África Occidental en diciembre de 2.013, causante de 11.323 muertes y que se desarrolló en un contexto sanitario y social muy complicado, la epidemia fue controlado a los dos años y la OMS declaró el fin de la emergencia de salud pública en marzo de 2.016, gracias a la utilización de medidas de cuarentena, aislamiento y vigilancia.

Una aparente paradoja del SARS-Covid-2, es que después de los tres primeros meses de pandemia, la mayor mortalidad y letalidad, se haya observado en países que se encuentran a la cabeza en gasto sanitario per cápita (según datos de la OCDE). Es decir, con una mayor capacidad de respuesta sanitaria.

Aparentemente es un contrasentido que los países con menor gasto sanitario per cápita presenten los mejores datos, incluida la letalidad, como por ejemplo Marruecos. Se han intentado justificar estas cifras, afirmando que países como Portugal y Grecia fueron capaces de anticipar las medidas restrictivas; pero en el caso de Bielorrusia, por ejemplo, no se tomaron apenas medidas de respuesta y la epidemia ha sido mínima. La conclusión provisional es que el desarrollo y la gravedad de la epidemia tiene poca relación con el sistema sanitario, aunque la atención sanitaria siga siendo importante en las personas que sufren la enfermedad.

En España, tampoco en estos tres primeros meses, se alcanzan grande conclusiones comparando la evolución de la pandemia en las distintas Comunidades Autónomas. El desarrollo de la epidemia se visualiza mejor por determinadas áreas geográficas, con una distribución muy heterogénea que no siempre se relaciona con las Comunidades Autónomas.

Así, por ejemplo, según el estudio de seroprevalencia del Instituto Carlos III3, el número de factores que influyeron en la difusión de la pandemia fueron muy variados, efectuando la clasificación en función de las siguientes categorías: 1. Densidad poblacional. 2. Factores estructurales: demográficos, de transporte de personas y estado de salud. Y 3. Factores dinámicos de la pandemia: personal sanitario infectado, primer día del ascenso de la curva, duración de este ascenso, etc.

Y la incertidumbre todavía es mayor si miramos hacia el futuro, porque sólo cabe hacer conjeturas sobre lo que puede ocurrir (y que se puede hacer) en las próximas semanas y meses, y no predicciones informadas, aunque existen modelos sofisticados que tratan de establecer lineas pronóstico e intervención.

Dentro de la indeterminación, algunas conclusiones son interesantes e incomodas. Por ejemplo, el SARS-CoV-2 puede proliferar en cualquier época del año (como estamos viendo ahora en todo el mundo) y es posible que no haya inmunidad permanente, o no muy duradera, por lo que el virus entrará en circulación regular para quedarse entre nosotros.

Zoonosis. Son las enfermedades que se transmiten entre los animales y los seres humanos,4. Más de 300 enfermedades, principalmente infecciosas y parasitarias como la rabia, la brucelosis, la tuberculosis bovina , la tularemia, la peste bubónica (que aunque suene “medieval” tiene brotes activos ahora mismo), la influenza aviar o porcina, el ébola, algunas encefalitis víricas… Una buen parte están asociadas a la seguridad alimentaria (que está monitorizada por la Unión Europea) como la campilobacteriosis, la salmonelosis, la colibacilosis, etc. Otras son son zoonosis parasitarias: leishmaniosis, equinococosis o toxoplasmosis. Ahora tenemos que sumar el SARS-CoV-2.

El término de zoonosis fue acuñado a finales del siglo XIX por el epidemiólogo Rudolf Virchow, que pertenecía a la tradición científica iniciada por Jenner. Virchow defendía que la salud humana y la veterinaria deberían estudiarse juntas como una sola disciplina5.

Saltar la barrera de las especies no es sencillo, pese a que es un fenómeno común, porque requiere un contacto muy estrecho que se construye históricamente a lo largo del tiempo. Se estima que la malaria, por ejemplo, tardó milenios en pasar de los primates a los humanos. No obstante, en los últimos 50 años, más de 300 patógenos han aparecido o re-aparecido, impulsados por la suma de distintos factores: el cambio climático, la desertización, el aumento de las interacciones entre animales y humanos, la debilidad de los sistemas de vigilancia de la salud, el crecimiento de la población y la urbanización.Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), 6 de cada 10 enfermedades infecciosas que afectan a las personas son transmitidas por animales6

La primera zoonosis importante fue la peste, una enfermedad bacteriana transmitida principalmente por las pulgas que viven en las ratas negras, que causa síntomas agonizantes y degradantes, y mata a la mayoría de los enfermos rápidamente, en tan sólo tres días, con una mortalidad del 70%. La gran pandemia de la peste, que se extendió desde 1.374 hasta el siglo XVII, mató aproximadamente a 100 millones de personas, una cuarta parte de la población mundial en ese momento.

Una zoonosis vírica de gran trascendencia fue la viruela, con altísima contagiosidad y mortalidad, erradicada gracias a la vacuna. Otra zoonosis que supuso una gran amenaza mundial fue el cólera, que podía matar en cuestión de horas y que impulsó la teoría de la “enfermedad sucia” y la necesidad de combatirla eliminando la suciedad mediante las infraestructuras de tecnologías emergentes: desagües, alcantarillas, tuberías de agua.

La investigadora principal, Zhengli Shi, del Instituto de Virología de Wuhan, la ciudad en la que se ha originado la actual pandemia, comprobó a través del análisis genético que la cepa del SARS-CoV-2 es idéntica en un 96% al tipo de coronavirus encontrado en murciélagos. Los murciélagos son la mayor reserva animal de coronavirus en el mundo.

Comprender en profundidad las zoonosis requiere desentrañar las estrategias políticas alimentarias, energéticas y comerciales que están detrás de los “saltos” entre la especies, Requiere entender los conceptos de “antropoceno”, crisis ecológica y cambio climático. Esto es, las zoonosis nada tienen que ver con explicaciones xenófobas de los mercados chinos, habituales en la derecha política, o con las críticas parciales de la izquierda que ponen en primer plano la gestión política de la crisis o la sanidad universal, dejando entrever que las pandemias son inevitables.

1Sparrow A: How to Stop the Next Pandemic Before It Starts. Foreign Policy, 14 febrero de 2020. https://www.embajadaabierta.org/post/c%C3%B3mo-prepararse-para-la-pr%C3%B3xima-pandemia.

2 Qifang Bi et al: Epidemiology and transmission of COVID-19 in 391 cases and 1286 of their close contacts in Shenzhen, China: a retrospective cohort study. The Lancet April 27, 2.020

3 Estudio Nacional de Sero-Epidemiología de la infección por SARS-CoV-2 en España (ENE-COVID) https://portalcne.isciii.es/enecovid19/

4 La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) estima que no menos del 60 por ciento de los patógenos humanos y el 75 por ciento de las enfermedades de reciente aparición son enfermedades zoonóticas

6 CDC y One Health:https://www.cdc.gov/onehealth/index.html 

¿No es hora de preguntarse por qué las pandemias se suceden a un ritmo cada vez mayor?. En las últimas décadas han aparecido o reaparecido gran número de microbios patógenos : el VIH, el ébola en el oeste de África o el zika en el continente americano. La mayoría de ellos (60% o más) son de origen animal. Algunos provienen de animales domésticos o de ganado, pero principalmente (más de dos terceras partes) proceden de animales salvajes.

Los microbios que provienen de animales salvajes, que conviven con ellos, como consecuencia del deterioro de sus hábitats por la deforestación y la pérdida de biodiversidad, en los procesos de industrialización y comercialización, con la desaparición de muchas especies, mientras que otras sobreviven en hábitats diferentes y, en general, en un contacto más próximo e intimo con los humanos, pudiendo convertirse en patógenos letales.

La mayoría de los patógenos que han surgido a partir de la década de los 40 del pasado siglo, se relacionan con la invasión de los hábitats de los animales1, como la destrucción de los humedales o la tala de los bosques, lo que genera reducir o modificar el hábitat de los animales y facilitar un contacto intimo con las poblaciones humanas. Pero el paradigma biomédico de las enfermedades infecciosas no entra en este tipo de análisis, a pesar del creciente reconocimiento científico de la complejidad de estos procesos e incluso de la aceptación de nuestra responsabilidad en los mismos.

Por tanto, más allá de incriminar a un animal en concreto (¿será un pangolín o tal vez un murciélago…?), la investigación tiene que centrarse en la destrucción acelerada de los hábitats, en las causas profundas que explican nuestra creciente vulnerabilidad frente a las pandemias.

El ébola es un buen ejemplo. Un virus localizado en varias especies de murciélagos en África Central y Occidental, que se vio desplazado por la deforestación a vivir en otros espacios, en la proximidad de las granjas y en vecindad con las comunidades humanas. Fenómenos similares ocurren con el virus Nipah (presente principalmente en Malasia y Bangladesh) o el Marburgvirus (sobre todo en África Oriental).

La deforestación y el cambio climático expanden el hábitat de los mosquitos, por lo que el dengue, el zika, la malaria y otras enfermedades son cada vez más comunes. Están documentadas las epidemias de enfermedades transmitidas por mosquitos con la deforestación –aunque en este caso se deba no tanto a la pérdida del hábitat como a su transformación–. Con los árboles, desaparecen la capa de hojas muertas y las raíces, el agua y los sedimentos fluyen más fácilmente y forman charcos que favorecen la reproducción de los mosquitos portadores del paludismo. Según un estudio llevado a cabo en doce países, las especies de mosquitos vectores de agentes patógenos humanos son dos veces más numerosas en las zonas deforestadas que en los bosques que han permanecido intactos.

Recientemente se han confirmado más de 25 casos de meningoencefalitis provocada por el virus del Nilo Occidental en los municicpios sevillanos de Coria del Rio y Puebla del Rio, en las marismas del Gualdalquivir2. El agente infeccioso es un virus (WNV, por sus siglas en inglés)3 del género Flavivirus, que es también responsable de otras enfermedades como la fiebre amarilla, el dengue y el Zika. El virus del Nilo se descubrió en la década de los 40 del siglo pasado, en la cuenca ugandesa del Nilo Occidental, y es un virus de las aves, que son su reservorio. El mosquito común es el vector principal, pica a las aves y posteriormente a los humanos (y en menor medida a los caballos) completando así la transmisión. Aunque en el 80% de los casos no produce síntomas, el resto presentan un cuadro clínico que puede ser una meningoencefalitis grave. En América del Norte, las poblaciones de pájaros han caído más de un 25% en los últimos cincuenta años bajo los efectos de la pérdida de los hábitats, los más afectados son los pájaros llamados especialistas (de un hábitat), como los pájaros carpinteros, y en menor medida los generalistas como los petirrojos y los cuervos, que son excelentes vectores del virus del Nilo Occidental.

Aunque el fenómeno de mutación de microbios de origen animal en agentes patógenos humanos se ha acelerado, no es nada nuevo, se remonta a los tiempos en los que el ser humano empezó a arrasar hábitats naturales para ampliar las tierras de cultivo y a domesticar animales para usarlos como bestias de carga.

A cambio, los animales nos han hecho algún que otro regalo envenenado: a las vacas les debemos el sarampión y la tuberculosis, a los cerdos, la tosferina y a los patos, la gripe. Probablemente antes de la domesticación de los pájaros, hace unos 2.500 años, la gripe humana seguramente no existía.

Revolución ganadera y “urbanización”. Antes de la domesticación del ganado no se tiene constancia de la existencia del sarampión, la viruela y otras infecciones que han afectado a la humanidad desde que aparecieron los corrales y los establos. Pero, una vez que los patógenos saltan la barrera entre especies, su difusión entre la población humana tiene trágicas consecuencias, como hemos visto tantas veces a lo largo de la historia.

En 2004, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) manifestaron que la principal causa de las nuevas enfermedades zoonóticas era el incremento de la producción industrial (y la demanda) de proteína animal4.

Es la consecuencia directa de la denominada «revolución ganadera»5, un modelo industrial de macro-explotaciones (macro-granjas) de ganadería intensiva, en espacios cerrados: sin tierra”, donde se hacinan miles de animales, con amplificación y mutación de patógenos, e incremento global de infecciones resistentes a los antibióticos. En la actualidad China y Australia concentran el mayor número de macro-granjas. Mientras, en paralelo, se acelera la ruina de los pequeños granjeros.

Pero, a pesar de las evidencias y las llamadas de atención, nada se ha hecho para frenar la ganadería industrial intensiva. La crisis de la actual pandemia Covid- 19 , nos vuelve a situar ante la industria de alimentos y ganadería intensiva. Si las epidemias son en alguna medida un producto de la “urbanización”de la población (el agrupamiento y la densidad poblacional son vectores determinantes), en el breve espacio de cincuenta años. la ganadería industrial ha «urbanizado» a la población animal en macro-granjas, que son el sustrato de las mutaciones víricas, enfermedades y epidemias. La población global de ganado es casi tres veces más grande que la de seres humanos.

Una de las consecuencias del incremento de la producción de más proteína animal, es que se ha arrasado una superficie equivalente a la del continente africano para alimentar y criar ganado, y parte de ese ganado, además, se vende vivo en mercados ilegales o carentes de adecuados controles.

Así mismo, las ingentes cantidades de heces producidas por la ganadería, sin capacidad para utilizarlos en forma de abono, a menudo se almacenan en fosas no estancas, muy apropiadas para el desarrollo de los microorganismos.

1 Shas S.: “Es hora de contar una nueva historia sobre el Coronavirus: nuestras vidas dependen de ello.” Viento del Sur. 28 de Julio. 2.020

4Proteína animal y zoonosis. OIE https://www.oie.int/doc/ged/D10855.PDF

5 Shah S: Por qué ha surgido el coronavirus Covid-19. Contra las pandemias, la ecología. Le Monde Diplomatique, marzo de 2020

 

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