Mi nuevo libro se llama Comida de verdad. Alimentación sin mentiras ni trucos. Lo publica la editorial Akal y está en librerías. La idea que lo vertebra es sencilla: hemos de recuperar la auténtica alimentación, aquella que sirve a los procesos de nutrición del organismo. Para ello es necesario conocer cómo ha ido cambiando la comida, cual es la de verdad y cual la de mentira, los trucos que se usan para vendernos comida que no necesitamos y que enferma. En la alimentación para la nutrición lo más sencillo (lo que menos procesos lleva en su producción) suele ser lo más sano.
Hace años que me llama la atención una idea. Nos dicen que una dieta sana es aquella variada en la que predominan los alimentos de origen vegetal. Es cierto, pero a medias. Nadie duda que una ensalada es una comida sana. Nadie o casi nadie porque hay que tener en cuenta que hoy las verduras, frutas, hortalizas y legumbres de nuestra “sana dieta” llevan restos de productos químicos en su mayor parte tóxicos que se usan durante su producción. ¿Podemos entonces limitarnos, como se hace casi siempre, a argumentar que comer una ensalada es sano; que comer lo que es “sano” lo es?
La alimentación se ha vuelto compleja. Las posibilidades de elección son innumerables y eso está bien pero también es más difícil distinguir lo sano de lo que puede no serlo. Comer es mucho más que un placer y una necesidad: la dieta y los hábitos alimenticios son ahora mismo el factor de salud pública que más puede ayudarnos a prevenir numerosas enfermedades, desde muchos tipos de cáncer hasta la diabetes.
Lo sabemos a ciencia cierta pues en los últimos lustros la investigación científica en torno a la alimentación se ha desarrollado mucho. Lo que antes suponíamos que era alimentarse bien hoy podemos corroborarlo.
Pero comemos mal. Ingerimos, por lo general, mucha cantidad de comida para lo que necesita nuestro organismo y la tomamos de peor calidad cada vez, sobre todo por los procesos de industrialización de la misma. Estos buscan ofrecer mucha cantidad de productos y que sean muy apetitosos (y que sin ser caros para que mucha gente los compre, generen valor añadido para quienes los desarrollan). Olvidamos que en alimentación lo mejor suele ser lo más sencillo.
La comida ultraprocesada ha ido ganando espacio en nuestras despensas y en los anaqueles de los supermercados y ello está provocando problemas de salud pública. En este libro explico en qué punto comenzamos a comer mal y cuáles son los factores que nos han llevado a ello.
También cuento qué es comer bien, por qué es necesario y cuáles son sus ventajas, al tiempo que se analiza, con sentido crítico, qué comemos y qué comen los animales que comemos, qué aditivos llevan nuestras comidas o cuáles son los alimentos que se preparan para el futuro cercano, muy dirigido por la tecnología y las oportunidades que esta da a las industrias de la alimentación.
Es necesario entender que ingerir comida no es lo mismo que alimentarse. Sabemos lo que es comer pero esta propuesta trata de cambiar hábitos alimenticios para tener una alimentación sana y equilibrada (sin renunciar al placer de vivir). Es un intento de explicar que el fin de la ingesta ha de ser favorecer la nutrición, entendida como el proceso que hace nuestro organismo para aprovechar los nutrientes que están en los alimentos que comemos.
Para todo ello es necesario alimentarse con comida de verdad. Lo menos procesada posible (o cuyos procesos no cambien la estructura de los alimentos). Dando prioridad a los alimentos de origen vegetal lo más naturales posibles y dándole importancia a la ecología de la producción, tratamiento posterior y distribución de nuestros alimentos. Reduciendo la cantidad de azúcares, sal, grasas “malas”, aditivos y tratamientos superfluos o directamente innecesarios.
La comida basada en productos vegetales, de temporada, lo más ecológica y local posible y con la menor cantidad de tratamientos es la ideal y en este libro cuento cómo podemos recuperar el camino perdido de la correcta alimentación. Aquí podéis ver su contenido.113