Quitting antidepressants can be tricky. By Maryanne Demasi PhD and Peter C Gøtzsche, DrMedSci MD
Dejar de tomar antidepresivos es un desafío para aproximadamente la mitad de las personas que los toman, especialmente si han sido medicados durante períodos prolongados. Los datos de estudios daneses muestran que un tercio de las personas que toman antidepresivos continúan haciéndolo durante la siguiente década.
A algunos les puede llevar más de seis meses dejar de tomar las píldoras lentamente, a otros les cuesta dejar de tomarlas por completo. Esto se debe a que estas drogas psicoactivas alteran los niveles de neurotransmisores en el cerebro, lo que dificulta que el cerebro se reajuste a un estado libre de drogas.
Durante décadas, a las personas se les ha dicho que los antidepresivos pueden “corregir un desequilibrio químico” en su cerebro, cuando en realidad es todo lo contrario: estos medicamentos causan un desequilibrio.
Si alguien deja de tomar el medicamento abruptamente o lo disminuye demasiado rápido, puede experimentar síntomas de abstinencia, como mareos, fatiga, dolor de cabeza, náuseas, insomnio, síntomas similares a los de la gripe, ansiedad y depresión.
En casos raros, los síntomas de abstinencia pueden conducir al suicidio o la violencia, y algunos pacientes informan que la abstinencia es peor que su depresión original.
Para un médico no-cualificado, estos síntomas se confunden con la recaída de la depresión del paciente y dan como resultado el restablecimiento del medicamento, en lugar de emprender una estrategia de reducción prolongada para minimizar la abstinencia.
¿Qué sucede a nivel celular? La mayoría de los antidepresivos se unen a un receptor llamado transportador de serotonina (SERT) y retirar estos medicamentos requiere un desbloqueo gradual y lento de estos receptores.
La mayoría de los médicos reducen gradualmente las dosis del fármaco de forma lineal, es decir, el paciente sigue reduciendo la dosis a la mitad, a menudo durante un período de solo 4 a 6 semanas.
Pero la reducción debe hacerse de manera «hiperbólica» durante varios meses a un año porque la ocupación del receptor SERT cae rápidamente en dosis más bajas. Por lo tanto, en lugar de reducir continuamente la dosis a la mitad, las reducciones deben hacerse en cantidades cada vez más pequeñas a medida que se reducen las dosis, por lo que es posible que la última dosis antes de detenerse deba ser tan pequeña como el 2 % de la dosis inicial.
En pocas palabras, al final del régimen de reducción gradual, dosis muy pequeñas de antidepresivos tienen efectos muy grandes en el cerebro.
Las autoridades ignoraron los problemas durante años. Las autoridades han asegurado a la gente que los antidepresivos no son adictivos, pero esto es falso. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) crean hábito y dejar el medicamento puede causar síntomas de abstinencia.
Un estudio demostró que los síntomas de abstinencia de los ISRS son similares a los de las benzodiazepinas, estas últimas ampliamente reconocidas por sus propiedades adictivas.
En 2009, las pautas de tratamiento de la depresión del Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Atención (NICE) del Reino Unido sugirieron que los síntomas de abstinencia eran «generalmente leves y autolimitados durante aproximadamente una semana». Pero los estudios utilizados por el NICE carecían de evidencias.
Las críticas subsiguientes llevaron a una actualización de las pautas NICE en 2019, y luego nuevamente en 2022, recomendando que los psiquiatras y los profesionales de la salud mental hablen con sus pacientes sobre la abstinencia de antidepresivos.
Desafortunadamente, las pautas en otros países no se han actualizado lo suficiente. Por ejemplo, las pautas australianas aún recomiendan una «reducción gradual de la dosis, con incrementos cada pocos días, generalmente durante un período de 4 semanas».
Un problema importantes con la progresiva disminución de las dosis es que no resulta fácil hacer reducciones de dosis tan pequeñas, por la dificultad de triturar o dividir las tabletas o píldoras de manera uniforme con precisión. Sin embargo, los profesionales pueden ayudar a los pacientes a manejar estos obstáculos. Por ejemplo, pueden reducir la dosis comprando una guillotina de tabletas en la farmacia, usando una lima de uñas y una balanza, o usando una solución.
El objetivo principal de nuestro estudio fue determinar la tasa de éxito de los pacientes que intentaban retirarse de su medicación mediante cualquier intervención, y ver cómo eso afectaba la recaída, la gravedad de los síntomas y la calidad de vida.
De los 13 ensayos en nuestra revisión sistemática, encontramos que había una gran diferencia en las posibilidades de retirar con éxito los antidepresivos (variaba entre el 9 y el 80 %), con una mediana del 50 % (rango intercuartílico del 29 % al 65 %). Las razones principales de la gran variación entre los ensayos fueron que todos ellos redujeron gradualmente las píldoras de los pacientes demasiado rápido y todos confundieron los síntomas de abstinencia con una recaída.
La clave del éxito reside en la reducción muy lenta de las dosis. Cabe señalar que lo que sucede rara vez es una verdadera recaída, sino síntomas de abstinencia que imitan una recaída.