Inversiones financieras y salud, una taxonomía necesaria. OMS

La inacción en salud cuesta más que la acción, es decir, la salud no es un costo sino una inversión.

La OMS se ha propuesto establecer un diálogo y colaboración entre las inversiones financieras y la salud, en un intento de imitar la experiencia relativamente positiva de la Comisión Europea y su taxonomía concebida en relación con las finanzas y el medio ambiente. La OMS tiene la ambición de reproducir ese modelo reemplazando el medio ambiente por la salud. Cabe preguntarse legítimamente si esta ambición del director general de la OMS, aunque muy loable, no está condenada al fracaso como muchas iniciativas globales que implican un compromiso directo de los Estados miembros y, sobre todo, del sector privado orientado a las empresas . Sin embargo, no cabe duda de que la idea de una taxonomía que clasifique las actividades económicas y las inversiones en función de su mayor o menor impacto positivo en el estado de salud de la población y el desarrollo de sistemas de salud equitativos y rentables 
es una idea fascinante. Ahora también lo apoyan muchos economistas influyentes . Por ejemplo, una empresa de alimentación que redujera la presencia de sustancias químicas en sus productos sería catalogada como una organización comprometida positivamente con la protección de la salud, del mismo modo que hoy en día se clasifica positivamente una empresa que reduce las emisiones de CO2.

Los determinantes sociales son responsables del 30% al 55% de las enfermedades según afirma la OMS (Organización Mundial de la Salud. Los determinantes sociales de la salud según la OMS, Ginebra 2023. https://www.who.int/health-topics/social-determinants-of-health), por lo que es necesario e una fuerte iniciativa global que permita medir el impacto negativo o positivo sobre la salud de las enfermedades económicas, y las opciones de política industrial . Por tanto, la taxonomía debería ser aprobada y adoptada por los Estados miembros. Se trataría, por tanto, de crear un consorcio mixto formado por la OMS, los gobiernos, expertos independientes y el sector privado con el objetivo de alcanzar un consenso técnico. Una taxonomía para correlacionar finanzas y salud representaría mucho más que una simple herramienta de medición, sino que podría convertirse en una fuerza impulsora para movilizar a los gobiernos y a la población en general para defender más activamente la agenda de salud y no permitir que esa agenda sea pasivamente obediente a la agenda económica.

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