La cuenta bancaria del Dr. X, médico de élite en la sanidad pública

(Publicado en El Confidencial)

Un descuido en la cuenta bancaria de un jefe de servicio de un hospital público (el doctor X), mostró que recibía más de 100.000€ al año en pagos de la industria farmacéutica. España es uno de los países donde más dinero reciben los médicos por parte de la industria.

El doctor X es  jefe del servicio de Cardiología de un hospital público. En sus muchos años de servicio, este cardiólogo ha ayudado a miles de pacientes, ha publicado en las principales revistas médicas y es cabeza de cartel en cualquier congreso nacional e internacional. Su currículum vitae es intachable, al igual que su compromiso con la sanidad pública y con la formación de los médicos del futuro desde su puesto de catedrático de universidad. En España no debe haber, a lo sumo, más de treinta médicos de su nivel. Es claramente parte de la élite nacional y europea en su ámbito. Sin embargo, este médico tiene un problema.

Un día, sobre una mesa cualquiera de un despacho del hospital apareció una documentación comprometida.  Nadie sabe cómo llegó hasta ahí. Los documentos detallaban cuatro años (2018, 2019, 2021 y 2022) en los extractos de la cuenta corriente del doctor X. Los ingresos revelaban los pagos realizados por compañías farmacéuticas. Lo que en el argot de la industria se conoce como transferencias de valor.

 Algunos trabajadores del hospital impactados por este descubrimiento filtraron   esta información a la prensa. Los documentos llegaron en un sobre sin remitente a la redacción de El Confidencial. Un material periodístico de primera, que demuestra que es falaz la transparencia que proclama la industria (que dice declarar los pagos a los médicos) porque que la realidad es mucho más compleja.

Hemos decidido preservar la identidad del doctor X, y cualquier detalle geográfico o biográfico, porque no hacerlo puede ser ilegal y, además, porque lo que interesa no es la persona sino el sistema que permite este tipo de situaciones.

España, un caso singular. Está normalizado, al igual que en otros países europeos, que las farmacéuticas financien la formación de los médicos y que inviten a congresos donde los gastos de viaje, hotel o inscripción corren a cargo de Big Pharma. Sin embargo, los pagos de la industria en España «sustancialmente mayores” y, además, «eran notablemente difíciles de encontrar», como ha publicado James Larkin, investigador en el Real Colegio de Cirujanos de Irlanda especializado en conflictos de interés, en un estudio de 2021 , publicado en la revista Health Policy  sobre las transferencias de valor de farmacéuticas a médicos en siete países europeos.  

La Fundación Civio ha publicado en los últimos años varias investigaciones sobre las transferencias de valor y encontraron, por ejemplo, que 18 médicos recibieron más de 50.000 euros al año de una sola empresa farmacéutica. Varios de ellos superaron los 150.000 euros en transferencias, en España hablamos de grandes cantidades de dinero. Por ejemplo, en 2016, la industria farmacéutica «abonó 181 millones de euros a profesionales sanitarios entre pagos directos —honorarios por servicios— y pagos indirectos —viajes, inscripciones a congresos— frente a los 109 millones en Alemania y los 58 millones en Reino Unido».

Las empresas farmacéuticas para limitar el riesgo de un posible conflicto de interés que pueda poner en duda la independencia de los profesionales sanitarios, han considerado que deben limitar sus pagos a un máximo del  5% de los ingresos anuales de los médicos. Tratando de establecer un “umbral ético”, lo que no se cumple y, por otra parte,  es un criterio  sumamente discutible.

Se ha especulado mucho sobre las razones por las que el dinero per cápita que recibe cada médico es mucho mayor en España. Los médicos hablan de salarios bajos en relación con sus colegas europeos, otra interpretación es  un déficit en la cultura de transparencia, y  también que  la fortaleza de la red sanitaria española es idónea para introducir  innovaciones terapéuticas. De hecho, España es actualmente el país europeo con una mayor participación en ensayos clínicos de nuevos medicamentos, por delante de Francia o Alemania.

Lo cierto es que «recibir grandes sumas de dinero de un determinado fabricante puede afectar a la imparcialidad en la toma de decisiones”, apoyando a los medicamentos de las empresas patrocinadores, aunque sean cuestionados por parte de otros especialistas por su utilidad real y por su coste».

En marzo de 2024, otro estudio analizaba los pagos de las empresas de tecnología sanitaria —desde máquinas de rayos X hasta marcapasos— en varios países y España era el 2º donde los médicos ingresaban más dinero per cápita, solo por detrás de Suiza, un país que además es sede global de investigación y manufactura farmacéutica.

Larkin destaca también el rol de las organizaciones sanitarias en la captación y reparto de estos fondos procedentes de la industria. «En España recibieron más de 85 millones de euros», entre 2017 y 2019. «Un 20,2% de todos los pagos». El investigador irlandés señala que, entre las diez mayores organizaciones receptoras analizadas en su estudio, «seis son españolas». Según Farmaindustria (la patronal española de las farmacéuticas) de los 132 millones invertidos en 2022, un 32% fue a organizaciones sanitarias y el resto (92 millones) a profesionales individuales.

Transferencias de valor.  El doctor X recibe, en razón de su puesto de trabajo en la pública, una retribución mensual neta de casi 4.900 euros. A eso hay que sumarle otros 3.500 euros de sueldo como catedrático de universidad. Dos buenos sueldos que exigen dedicación absoluta.  Sin embargo, tiene otra actividad mucho más lucrativa, en un mes cualquiera de 2022, este cardiólogo recibió pagos por valor de hasta 16.583 euros desde farmacéuticas como Novartis, Novo Nordisk o Tecnofarma y desde varias organizaciones sanitarias..

Desde hace diez años, la industria farmacéutica española tiene un código de transparencia europeo (EFPIA) y publica anualmente el dinero (transferencias de valor) que ingresan a profesionales o sociedades sanitarias. Bajo el paraguas de las transferencias de valor caben muchos conceptos, desde los gastos de un congreso hasta participar en un ensayo clínico.  En España la industria farmacéutica pública, en teoría, todos los pagos (transferencias de valor) pero es los publican en formatos que hacen diabladamente difícil su consulta. Sin embargo, los extractos bancarios del doctor X muestran que este cardiólogo recibía a menudo transferencias de grandes compañías farmacéuticas a través de sus filiales en México o Oriente Medio, o de una central de pagos de Luxemburgo. Estos pagos no suelen dejar rastro en los registros de transparencia. Por otra parte, no existe una normativa pública al respecto ( está pendiente desde 2015).

Lo mismo sucede con los pagos recibidos desde intermediarios, como son las fundaciones y las sociedades médicas. La industria financia a los médicos de varias formas. Una común es a través de los ensayos clínicos (estudios para probar la efectividad o seguridad de un nuevo tratamiento). La gestión del estudio lo realiza una fundación para la investigación hospitalaria, que es un intermediario del dinero que paga la industria.  «Las fundaciones se crearon con el objetivo de facilitar la gestión de los fondos de investigación en un hospital, que requiere mayor flexibilidad que la gestión de otras partidas». Las fundaciones son una capa de opacidad: Las farmacéuticas ingresan su dinero en la fundación como una donación, y la fundación, acogida a las leyes de mecenazgo, puede quedarse con un porcentaje, un 30% del dinero, lo que es legal, que dedica a patronos, reuniones y demás. Por ejemplo, contratando médicos jóvenes estudios observacionales de fármacos o dispositivos ya comercializados, aunque los resultados del estudio los firma el jefe de servicio, que de esta forma engorda su currículo.

Para un médico de élite, el mayor margen de beneficio está en la docencia no reglada. «Una de las formas más sencillas de justificar los pagos desde las farmacéuticas son cursos de formación», por ejemplo el cardiólogo X  organizó un curso pocas semanas antes, un sábado por la mañana. «Había un catering para desayunar 60 personas, sin embargo, además de los ponentes y gente de las farmacéuticas sólo había cuatro médicos como asistentes, aunque todos los médicos del servicio estuvieran inscritos. Después las farmacéuticas pagan esas inscripciones al director del curso como si fuera un congreso de verdad.

En los congresos de verdad. Por ejemplo, en un congreso internacional de cardiología que tuvo lugar hace unos años, el cardiólogo X tenía asegurada su participación en cuatro simposios, financiados por Boehringer, Novartis, Ferrer y Novo Nordisk respectivamente y cobró entre 1.650 y 2.850 euros por cada uno.

Si el congreso es virtual, el doctor X gana unos mil euros por participar en una mesa online.

Y por debajo de los congresos, hay una plétora de eventos. Por ejemplo, ir a un hotel a cenar y dar una charla de diez minutos diez minutos de formación, en este entorno, se pagan unos 500 ó 600 euros». La farmacéutica que financia, también paga también la docencia, la inscripción, la cena y la estancia en el hotel del resto de asistentes. A menudo emplean a una agencia de comunicación como intermediaria para que el pago directo a esos médicos vuelve a quedar opacado.

Es decir, aunque en los registros bancarios del doctor X  quienes aparecen como pagadores son empresas como Cuquerella Medical, Cariotipo MH5 o Fase 20, quienes realmente están detrás de la financiación de estas actividades son las propias farmacéuticas. Por ejemplo, quién financia a Fase 20 es Novartis como se pudo comprobar porque la actividad llevaba su logo y el principal fármaco mencionado era de Novartis. Todo está previsto. La farmacéutica paga a la sociedad médica que paga a la empresa de comunicación que paga al médico. Una matrioska de transferencias cuyo rastro finalmente es casi indetectable.

Un jefe de servicio está liberado asistencialmente, así que tiene mucho tiempo para este tipo de actividades y cuando se detectan irregularidades son consideradas como normales o menores. Por ejemplo, es posible que no se declaren todos los conflictos de interés al publicar un artículo científico, pero en una profesión donde la colusión entre lo público y lo privado es habitual, nadie pone el grito en el cielo por percibir 800 euros tras participar en un webinar. Incluso, aunque ese goteo de transferencias, como es el caso del doctor X,  se acabe convirtiendo en casi medio millón de euros al cabo de cuatro años.

«Lo de las compatibilidades depende mucho de la comunidad autónoma». En algunas CCAA, los jefes de servicio como el doctor X están obligados a una dedicación exclusiva. En las más restrictivas, como Asturias o Navarra, se les quita la mayor parte de un complemento específico de exclusividad, pero en otras comunidades este plus —de unos 900 euros mensuales— se cobra íntegramente, se trabaje o no en la empresa privada.

El doctor X no es un caso aislado, ni tampoco especialmente prominente entre los empleados de la sanidad y la universidad.  Simplemente que ha tenido la mala suerte de que aparecieran sobre una mesa unos papeles equivocados.

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