FUENTE: LA VOZ DE ASTURIAS 4 de Agosto 2023.
De las 15 personas que solicitaron ser indemnizadas, sólo 5 recibirán la reparación.
José Manuel López, vecino de Navia nacido en 1969 , fue uno de los miles de niños que sufrieron daños por un medicamento que se haría tristemente famoso en aquella época: la Talidomida. Recetado en los años sesenta del siglo pasado para paliar las náuseas y molestias del embarazo, pronto se descubrió que dejaba unas secuelas graves e irreversibles en los niños cuyas madres lo habían consumido. El naviego nació con focomelia, un acortamiento inusual de los brazos, con falta de articulación en el izquierdo, y también sin varios dedos en ambas manos. A pesar de ello, siempre ha afrontado sus limitaciones y reconoce que puede hacer casi de todo. «Yo no me veo muy limitado; con el tiempo, te adaptas y haces las cosas de otra manera; eso sí, no llego a abrocharme el último botón de la camisa», señala con humor.
Los afectados por el medicamento llevan largo tiempo luchando por que se les reconozca el daño y se les indemnice en consecuencia. Esta pelea ha tenido respuesta recientemente con un Real Decreto aprobado por el Consejo de Ministros que aprueba conceder indemnizaciones a varios de ellos. Jesús Manuel López forma parte de la Asociación de Víctimas de la Talidomida de España (Avite) casi desde su constitución hace algo menos de veinte años. Este colectivo ha luchado sin descanso por las indemnizaciones, y el Real Decreto ha sido una victoria pero también motivo de frustración, porque, de los cerca de 3.000 niños que nacieron con malformaciones a consecuencia del medicamento en España, solicitaron las ayudas poco más de seiscientas, y finalmente se ha reconocido como destinatarios de las indemnizaciones a tan solo 130. En Asturias, según Avite, han sido 15 los afectados que han solicitado las indemnizaciones, y solo las recibirán cinco.
El naviego es uno de ellos. «Estoy relativamente contento porque cumplo con todos los requisitos, pero relativamente frustrado porque son muchos años peleando». Para recibir la indemnización ha tenido que superar muchos obstáculos. En primer lugar, una exigencia del Gobierno: que el hospital Carlos III de Madrid reconociera que su dolencia se debía efectivamente a la talidomida. Consiguió la certificación. Por otra parte, que se certificase que estaba inscrito en un directorio de de enfermedades raras, otro trámite que tuvieron que forzar porque nunca se les había registrado como tales. Ahora, queda esperar a que todo se resuelva y llegue por fin el dinero.