Según el barometro «Estudio de Salud y Estilo de Vida» , en lo referente a Asturia, aunque mejor que las medias nacionales, los datos son preocupantes. Declaran depresión el 9,4% de los encuestados. En el caso de síntomas de ansiedad sube hasta el 18,7%. Muy cerca de los que refieren ideación suicida, que confiesan un 17,9% de los asturianos.
En términos generales, preguntados si creen que su salud emocional ha mejorado o empeorado durante el último año, los resultados no dan pie a discusión alguna: el 30% de los asturianos reconoce que ha ido a peor por 9,9% que considera que ha mejorado.
Prácticamente el único factor de salud que tiene una tendencia positiva en los últimos doce meses es que el 20% de los ciudadanos señala que consume menos cantidad de alcohol que antes, un dato que puede no ser ajeno al larguísimo periodo de prohibiciones y limitaciones para acudir a bares y restaurantes.
Esta es la última señal de alarma, que ya viene preocupando a las autoridades sanitarias desde hace meses. Primero llegó la alerta de los pediatras. Los niños, y sobre todo los adolescentes españoles, han sufrido un impacto psicológico enorme por los daños y restricciones derivados de la pandemia. Se han multiplicado las atenciones urgentes por trastornos de la alimentación, autolesiones, ideación suicida o cuadros depresivos. Después, los sanitarios. Hasta el 50% de los profesiones que han peleado en primera línea contra el virus -UCI, urgencias, plantas covid, emergencias, primaria, residencias- han presentaban síntomas de depresión. El Gobierno, a través del propio presidente, aseguró hace una semana que ha escuchado los avisos de los profesionales que conviven en el día a día con el problema y que la atención psicológica será una prioridad de la sanidad pública. Pedro Sánchez se comprometió a que las distintas administraciones contarán con 100 millones de euros adicionales hasta 2024 para ejecutar un Plan de Salud